Juan De Palafox

Marcial Pons. Madrid 2011. 440 páginas. 28 euros



Juan de Palafox es un personaje de plena actualidad gracias a su reciente beatificación. Por ello, la edición española de su biografía (Oxford, 2004) no podía ser más oportuna. Más aún si tenemos en cuenta que se trata del mejor acercamiento existente al mismo desde la perspectiva, siempre crítica, del historiador. Cayetana Álvarez de Toledo (Madrid, 1974) estudió Historia y se doctoró en la Universidad de Oxford, con una tesis que dio origen al volumen que presentamos y en la que se nota la sabia dirección del eminente hispanista John H. Elliott. Conocida periodista y miembro del Congreso de los Diputados, su trayectoria se ha alejado de la investigación histórica, para la que tiene las indudables capacidades que se demuestran en el libro.



No resultaba fácil, por muchas razones, acercarse a alguien tan polémico como lo fue, en vida y después de muerto, el obispo Palafox. Sin embargo, la autora ha realizado un gran trabajo, cuyo mérito esencial consiste en insertar al biografiado en las tensiones y planteamientos políticos de la época. No estamos pues ante un estudio de su obra o sus numerosos escritos de índole religiosa, sino ante un gobernante de la Monarquía de España que fue visitador general de México, obispo de Puebla de los Ángeles y, durante unos meses, virrey. Su actuación política tuvo lugar en los años cuarenta del siglo XVII, en los que se pasó de los últimos tiempos del gobierno del conde duque de Olivares a la consolidación en el poder de don Luis de Haro y su facción, tras las correspondientes pugnas sucesorias. Todo ello, en el contexto internacional de la agotadora fase final de la guerra de los Treinta Años, que provocó importantes revueltas en el seno de la Monarquía (Cataluña, Portugal, Nápoles, Sicilia), además de otras tensiones.



Vinculado al conde duque -con cuyos planteamientos políticos, sin embargo, tuvo importantes desavenencias-, Palafox trató de llevar a cabo una reforma política a fondo, que beneficiaba esencialmente a los criollos -nacidos en México- frente a los españoles peninsulares, y en la que se enfrentó a grandes oposiciones: las órdenes religiosas -especialmente los jesuitas-, los virreyes duque de Escalona y conde de Salvatierra, y la burocracia virreinal. Cayetana Álvarez de Toledo identifica su pensamiento político -expresado en numerosos escritos y tratados- como pactista, a partir de su procedencia aragonesa. La Monarquía en guerra necesitaba una importante contribución financiera de la Nueva España, pero había para ello dos formas: la tradicional, en la línea olivarista de reducir todos los reinos a un único patrón, basada en el poder de los peninsulares y con un alto grado de corrupción, y la defendida por el visitador general, apoyada sobre la colaboración con las élites criollas del virreinato. Pese a los muchos apoyos que se ganó, su actuación política exacerbó enormemente las tensiones en México. Unos y otros llegaron a acusarse de poner en peligro la lealtad del reino a la Corona, que fue la causa por la que Juan de Palafox logró -con falsas acusaciones- quitarse de en medio al virrey Escalona, lo mismo que harían años después con él.



En su opinión, las reformas eran imprescindibles si se quería evitar la ruina inminente de la Monarquía en Nueva España. Pero también en esto se equivocó, pues el virreinato se mantendría aún durante otro siglo y medio. Pese a la simpatía que le tiene la autora -frecuente en los biógrafos-, el personaje que sale a la luz de la lectura del libro resulta escasamente atractivo. Apasionado y vehemente, poco pragmático, cegado por sus propias convicciones, temperamental, de celo "ardiente", capaz -como se ha dicho- de acusar en falso a sus enemigos. Uno se pregunta cómo ha podido ser beatificado, pero ésta es otra historia, distinta a la que aquí se nos narra. En realidad, aparte de las adhesiones que consiguió en vida y de la devoción que llegaron a tenerle criollos e indígenas, en el avance de su causa tuvo mucho que ver, ya en la fase antijesuítica del siglo XVIII, la oposición que mantuvo con la Compañía de Jesús.