Rubalcaba. Foto: Alberto Di Lolli

La Esfera. Madrid, 2011. 383 páginas, 29'90 euros / A. Lardiés y D. Forcada. Ciudadela. 318 pp. 19'50 e.

Si encadenáramos los calificativos que dedica Somoano a su biografiado, resultaría un retrato de Rubalcaba como éste: es un político con "capacidad profesional", maestro de la "intriga"y de la "componenda", lo que le ha convertido en un "astuto malabarista" que es un eficiente "contorsionista político" y que fue autor de la "oscura estrategia de acoso y derribo" al Gobierno del PP tras el atentado terrorista del 11-M, lo que sintoniza con sus sentimientos hacia los populares, a los que considera sus "enemigos".



El autor, que ya debutó en el arte de escribir y publicar, director del Telenoticias 1 de Telemadrid, presenta su trabajo biográfico bajo la influencia de dos sentimientos: simpatía y temor. Simpatía, por las habilidades reconocidas de su protagonista; temor, porque no se sabe por dónde va a salir. Y se ha enfrentado a la tarea con la "cabeza fría" y la "verdad por delante", dando preferencia a los datos y a las opiniones ajenas, lo que permite comprobar cómo Rubalcaba ha logrado hacer coincidir a sus entrevistadores y biógrafos en destacar una serie de rasgos de su personalidad. Queda claro que el candidato socialista merece un aprobado casi unánime por sus habilidades y su constancia, pero una desconfianza notable por su capacidad para la intriga y la improvisación.



El apelativo "monje del poder" inunda el libro. El aspecto físico del personaje, con su delgadez de refectorio de clausura, facilita la metáfora, aunque más que un monje lo que ve Somoano, y mejor le va al protagonista, es el "hábito de un monje", que no es lo mismo. Lo que quiere decir es que Rubalcaba vive en, por y para la política.



La paternidad de la ley del fracaso educativo, la Logse; la portavocía del Gobierno del Gal; la negociación con ETA con lances tan torpes como la huelga del etarra De Juana Chaos; el chivatazo del Faisán; la turbadora gestión del post-atentado del 11-M, con el acoso al Gobierno Aznar y al PP, que trocó el sentido del voto; el apoyo a la reforma del Estatut; y siempre su manejo utilitario de los mensajes y su relación con el grupo Prisa tan provechosa para el PSOE. Todo esto lo expone metódicamente Somoano en una biografía con mucha estrategia y ningún programa. Entendemos quién es Rubalcaba pero ignoramos sus propuestas, no por culpa del autor sino por la irrelevancia hasta ahora de sus ofertas electorales. Tampoco es responsable el autor de dar pábulo al viejo "llamadme Alfredo". La posterior exigencia del "señor Rubalcaba" no daría para un capítulo, pero añade contexto al retrato aquí tan bien contado.



Por otra parte, los jóvenes periodistas Lardiés y Forcada amparan su biografía de Rubalcaba bajo el vocablo secreto e insisten en que lo oculto y el disfraz pertenecen al candidato socialista. No solo porque sea "custodio de miles de secretos", como consecuencia de que "es capaz de tender una mano al prójimo y otra al Diablo con tal de saberlo todo de todos", sino porque "siempre actúa para esconder su verdadero rostro", que es la idea que remata su investigación, realizada en tiempo récord. Han rastreado para ello declaraciones de Rubalcaba, libros y reportajes sobre él y han aportado sus propias averiguaciones. No ahorran elogios a su biografiado (sagaz, inteligente, culto…) pero otras descripciones, pese a que algunos podrían tomarlas por apologías, conforman los rasgos de una personalidad inquietante. Así, lo retratan, como "tahúr del PSOE" que "siempre juega con ventaja", "bombero del felipismo" y "gran bombero de los GAL", "apagafuegos de la corrupción", y "sepulturero del zapaterismo".



No extraña que Rubalcaba haya sido más biografiado que Rajoy, de trayectoria más lineal y templada. Las biografías de Rubalcaba son como un mensaje insistente a Rajoy: esté vigilante. Las elecciones son una caja de sorpresas.