Esta pequeña biografía de Bergounioux es un auténtico libro de viajes, y no sólo por la detallada descripción que hace de los viajes de Descartes a lo largo y ancho de toda Europa en busca del frío, sino por el talento con el que se describe aquí el viaje espiritual de una de las mentes filosóficas más influyentes y poderosas de las Historia Occidental. El autor consigue que el lector llegue al más común de los lugares comunes de la Filosofía Moderna, el famoso cogito ergo sum del Discurso del método, con la misma emoción con la que debió de llegar, si no su autor, al menos sus lectores contemporáneos, como si hubiese tocado con los dedos algo que su propia inteligencia le hubiese mostrado con total claridad.
Es un verdadero acierto hacer girar parte de la travesía geográfica de Descartes como una constante búsqueda del frío, el frío que le permite pensar y el mismo frío que le acabará costando la vida en Suecia en 1650. Descartes se parece también, a través de la mirada de Bergounioux, a uno de esos excéntricos personajes de Sterne, buscadores perniciosos de soledad y buceadores de las simas más profundas del mundo de las ideas. Cuando un retrato es eficaz resulta verosímil aunque se contradiga, por eso el mismo hombre que era capaz de cruzar Europa para encontrar una habitación en la que poder pensar a gusto era el mismo al que le resultaba imposible salir de la cama hasta el mediodía.