Christian Maury

Taurus. Madrid, 2011. 191 páginas, 22 euros

Es difícil, quizá imposible, vivir y morir sin dolor. Sin embargo, algo tan presente en nuestras vidas apenas tiene cuerpo en la bibliografía de lo que se entiende por no ficción. Acaba de salir recientemente en librerías El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer (Taurus, 2011), Más de setecientas páginas premiadas con el Premio Pulitzer. Su autor, Siddharta Mukherjee aborda con maestría la totalidad del cáncer pero apenas entra en el dolor que conlleva. También se multiplican los libros sobre la soledad, la angustia, el miedo...



En esta situación, la aparición de un libro que aborda el dolor desde una perspectiva amplia, en la que se introducen las dimensiones históricas y culturales, merece atenta lectura. Su autor, Javier Moscoso, es un joven y valiente profesor de investigación del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Moscoso comienza situando al lector en la representación del dolor en los primeros compases del siglo XVI. Presenta vírgenes y mártires medievales y continúa su análisis con las representaciones religiosas del dolor a través de maestros de la pintura como Matthias Grünewald, Pieter Brueghel El viejo o el Bosco. En su recorrido, Moscoso discurre entre místicos y novela cervantina. Siguen sus páginas hasta llegar al jurista y filósofo Cesare Beccaria (1738-1795). Se detiene en su tratado De los delitos y las penas y recoge de un texto publicado en 1764, que el placer y el dolor deben entenderse como las fuerzas motrices de todos los seres sensibles.



En su recorrido histórico Javier Moscoso recoge y disecciona los grandes dolores específicos como el dental, el quirúrgico o el del parto. Por tal vía se muestra el lado empírico de su discurso, lo que le conduce a reflexionar sobre la dificultad de medir el dolor. Desde los primeros intentos de Fechner (1801-1887), hasta la escala de veintiún daps formulada por Hardy, Wolff y Goodell a mediados del siglo pasado, averiguar la intensidad del dolor ofrece dificultades insalvables. De la mano de la utilización de la anestesia Moscoso se adentra en la última parte del libro. Trae a escena el masoquismo y a continuación señala la aparición, a mediados del siglo pasado, del dolor como objeto de reflexión intensa y empírica por parte de la medicina y la cultura.



El estudio clínico y académico del dolor cristaliza a mediados de los años sesenta. La guerra de Vietnam provoca decenas de miles de muertos y heridos y dará pié a la fundación de la Sociedad del Dolor Intratable. A mediados de los setenta, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como "una experiencia sensorial y emocional". Con semejante definición el dolor se entiende y se transita desde la fisiología, la psicología, la farmacia y la cultura.



Vencido en gran medida el sufrimiento quirúrgico a mediados del siglo XIX, la llegada masiva en el último tercio del XX de todo tipo de analgésicos desencadenará la llamada "mirada humanitaria". El objetivo se fijará en el lecho de muerte. Al uso de opiáceos en pacientes terminales dedica Javier Moscoso las últimas páginas de una obra que marca un antes y un después en la reflexión sobre el dolor.



Javier Moscoso ha trabajado sobre una gigantesca cantidad de fuentes y ha sabido articular un libro que está a la altura por su articulación y profundidad de las mejores monografías producidas en los centros internacionales de referencia.