El nacimiento de Venus, por Eugène Emmanuel Amaury Duval (1862)

Alianza. Madrid, 2011. 1.150 páginas, 40 euros

Un diccionario sobre sexo y erotismo no es un diccionario como los demás, porque su título atrae a los aficionados a la lexicografía, pero también a los interesados por el tema, por eso su consulta está a medio camino entre la de un diccionario y la de una enciclopedia. El autor de este Diccionario del sexo y el erotismo (DSE) es responsable del Nuevo diccionario de anglicismos (2001) y, en el ámbito de los léxicos especiales, del Diccionario de terminología y argot militar (2005) y del Diccionario gay-lésbico (2008). Hacía falta un estudio sobre este lenguaje, porque la sociedad ha evolucionado, pero algunos investigadores evitan un tema que todavía tiene mucho de tabú y no resulta fácil abordar un léxico analizable desde distintos enfoques -psicológico, psiquiátrico, sociológico, antropológico, literario, político, religioso, ético, etc.-, y muy permeado por el argot y las expresiones populares.



La Introducción aborda las relaciones históricas entre sexo, sociedad y lenguaje y, después de revisar su evolución en Europa, acaba centrándose en España. Fijado este marco, Félix Rodríguez repasa cómo esos cambios en el lenguaje casi no pasan a los diccionarios, y hay que esperar al siglo XX, con dos obras de Cela, provocadoras en su día, el Diccionario secreto (1968; 1971) y la Enciclopedia del erotismo (1976), y el Diccionario de expresiones malsonantes del español de Jaime Martín (1974).



El DSE es fruto del interés de su autor por el lenguaje de los grupos marginados, ya que "en buena parte contiene voces referidas a prácticas e identidades que suscitan rechazos y resquemores en la sociedad biempensante". Sus definiciones incluyen marcas gramaticales y, en palabras procedentes del inglés, pronunciación, y a veces referencias a la etimología de la voz, a su uso estilístico y a su frecuencia. Muchas entradas llevan citas de textos con referencia, alguna tan larga que define la palabra y otras con información enciclopédica; y se matizan con marcas de coloquial, despectiva, familiar, humorística, juvenil, obsoleta o popular.



El autor ha optado por incorporar las voces que se documentan a partir de la segunda mitad del s. XX en España y "sólo por comparación o contraste aparece citado algún término de uso en Hispanoamérica". Su corpus toma las palabras de fuentes escritas, revistas y publicaciones científicas, literatura, periódicos, Google y otros corpus (como los académicos CREA y CORDE), foros de internet, blogs, informantes y fuentes secundarias. Y, junto a voces asépticas como "cariñoso", "puesta de largo" o "rodríguez", aparecen otras más argóticas, como "petardear"; técnicas, como "cunnilingus"; populares, como "puta"; zonales, como "morsegón"; eufemismos flagrantes, como "trabajadora del sexo"; palabras propias del habla de los pijos, como "pistachos"...



Rodríguez González ha partido de "la mayor asepsia posible" para no herir la sensibilidad de los lectores. Y, anticipándose a ciertas críticas, justifica su obligación, como lexicógrafo, de recoger todo el léxico, hasta las expresiones más sexistas, homófobas o procaces, que estarán obsoletas cuando cambie la realidad social, y de las que ha dejado expresa su "condena mediante la marca desp (despectivo), con lo que el lexicógrafo será descriptivo y prescriptivo a la vez". Aunque su referencia básica es la heterosexual, el DSE registra las voces más representativas de las minorías sexuales y los últimos neologismos de la filosofía "queer" y del feminismo radical, como postpornografía, postfeminismo, transfeminismo y contrasexualidad.



El Diccionario del sexo y el erotismo aspira a ser exhaustivo con unas dimensiones razonables, lo que justifica que excluya términos demasiado técnicos, algunas parafilias, nombres de posturas sexuales y ciertos regionalismos. En cambio, algunas palabras no parecen tan lexicalizadas y puede extrañar alguna grafía, como la -d- de adjuntaora, pero es que éste es un diccionario que trabaja sobre un lenguaje elusivo y evasivo, difícil fijar. El léxico del DSE dibuja las distintas realidades sexuales de la sociedad española a través de palabras patrimoniales con sus ampliaciones semánticas por uso metafórico o eufemístico (reina, principona, pagafantas, expresiones hechas con los verbos echar, hacer, ser, etc.) y palabras extranjeras encubridoras, unas del caló (quil, quilar), otras anglicismos reales (caning, dress code, drag king, pink) o inventados (edredoning), que hacen un verdadero repaso de la evolución de sus costumbres amorosas.



El Diccionario se cierra con una completa bibliografía y un vocabulario temático, que facilita las búsquedas. A la vista de los resultados, se impone felicitar al autor y a la editorial por una obra que tenía reservado un hueco en la lexicografía del español.