Thomas y Hinrich Mann en Nueva York en 1940

Traducción de V. Fernández-Muro. Circe. Barcelona, 2012. 416 páginas. 22 euros

Pese a los muchos textos sobre las diásporas culturales producidas por las barbaries del siglo XX, no resulta fácil penetrar en los espacios de dolor, de destierro, de rechazo y miedo de aquellos que vivieron desarraigados como extranjeros, alojados en su lengua original,como aferrados al último tablón de un naufragio. Esta biografía colectiva, La casa del exilio, de la alemana Evelyn Juers, subtitulada: vida y época de Heinrich Mann y Nelly Kröger-Mann, seguirá el itinerario de la oleada de escritores exiliados alemanes, con sus sacudidas, remansos, luchas desde el exterior, agrios debates, los desesperanzados suicidios de Walter Bejamin, de la propia Nelly Kröger, víctima de una sobredosis de fármacos, ya en EE.UU, o la muerte anunciada de Carla, la hermana actriz de Thomas y Heinrich.



Para redoblar los ecos de esta épica colectiva, y lograr un efecto multidimensional, la autora ha construido un hipertexto que superpone al puntilleo de biografías de alemanes desterrados, Jakob Wassermann, Bertolt Brecht, Walter Benjamin, el polaco germano Alfred Döblin, fragmentos de diarios de otros escritores europeos como Virginia Woolf o Gide. La obra es una superficie nunca homogénea que se condensa o expande siguiendo los avatares de algunos miembros de la familia Mann, empujados hacia múltiples direcciones, Niza, Zurich, Praga, París... hasta el desembarco de Thomas,primero, y más tarde el de Heinrich en Estados Unidos, huyendo de la Guerra Europea. Pero son sobre todo el escritor Heinrich Mann (1871-1950), hermano mayor de Thomas, intelectual comprometido contra el régimen nazi, y su amante, más tarde esposa, Nelly Kröger (1898-1944), hija ilegítima de una sirvienta, autodidacta, simpatizante comunista, animadora en un club de Berlín, los sujetos centrales, o aglutinadores, de una orquestación mucho más amplia que, mediante los murmullos de numerosos protagonistas, reconstruye el exilio intelectual alemán desde la llegada de Hitler al poder hasta la II Guerra Mundial.



Anotaremos algunos datos históricos para situar la diáspora cultural alemana provocada por el fascismo. Dos semanas después del nombramiento de Hitler como canciller del Reich (30 de enero de 1933), comenzó la purga en la Academia Prusiana de las Artes. Heinrich Mann fue expulsado como presidente en la sección literaria y su apartamento estaba bajo vigilancia. Durante los días anteriores aparecieron carteles por todo Berlín firmados por Einstein, Heinrich Mann y la artista Käthe Kollwitz llamando urgentemente a los socialistas y comunistas a formar un frente común contra los nazis. El 21 de febrero, Heinrich Mann, con un portafolios y un paraguas, pudo salir de Alemania vía Estrasburgo. Para la profesora Ana Pérez en su imprescindible edición, El exilio alemán 1933-1945. Textos literarios y políticos (Marcial Pons, 2008) el comienzo del primer exilio masivo corresponde al 27 de febrero de 1933 tras el incendio del Parlamento alemán. Muchos escritores fueron detenidos, corriendo diferentes suertes. Brecht consiguió huir, instalándose en Suecia. Thomas Mann, que había recibido el Premio Nobel en 1929, estaba en una gira por Europa antes de la toma del poder por Hitler; sus hijos y su hermano Heinrich le aconsejaron no regresar a Alemania. Sus obras siguieron editándose y vendiéndose en Alemania, por lo que Thomas Mann tardó tres años en hacer público su rechazo al Tercer Reich.



Este punto de fricción entre los dos hermanos, Heinrich comprometido desde el principio y Thomas, tardío en sus denuncias por razones comerciales, editoriales o de prestigio, será uno de los elementos de reflexión de esta obra. Evelyn Juers muestra a menudo ese sutil combate entre los dos hermanos. El desprecio de Thomas y su familia ante la vulgaridad de Nelly, a la que la autora describe en palabras de Todorov con el heroísmo de los "valores corrientes", y la defensa de Thomas de su propia importancia y ventas en Alemania antes de denunciar la barbarie nazi, ponen de manifiesto las diferencias entre los hermanos. Juers toma partido por el más vitalista de los Mann, el que más arriesgó políticamente desde el principio, fue más solidario junto con Nelly para con otros compañeros de destierro y el que corrió peor suerte, puesto que pasó los últimos años en la pobreza, vigilados él y su esposa por el gobierno americano por su filo- comunismo. Finalmente, la posteridad le olvidó con facilidad.



Este libro se esfuerza en revivir a Heinrich Mann y a Nelly Kröger Mann en su tiempo y en su tragedia.