Traducción de Enrique Murillo. Libros del Lince, 282 pp. 20 euros

Tras leer el primer borrador, Assange dice que "las memorias son siempre prostitución" y quiere cambiar el contrato, pero ya ha gastado en abogados el millón de dólares recibidos.

Las autobiografías están llenas de rarezas, pero lo que el lector no había visto nunca es un título como el de este volumen: Julian Assange. Autobiografía no autorizada. La respuesta la sacia su editor en la primera página. En diciembre de 2010, un Assange acosado por los grandes poderes norteamericanos, acusado de haber violado a dos suecas y recién salido de una cárcel inglesa, firmó un contrato para publicar su autobiografía. Necesitaba dinero desesperadamente. Lo convenido era fabricar un best seller mundial, con la historia de WikiLeaks. Como había prisa y Assange no es precisamente Paul Auster escribiendo, se decidió que lo mejor sería buscarse un negro con el que Assange conversara y que con las transcripciones fuera montando el libro. Así se escribió un borrador de 240 páginas en el que Assange (1971) narraba su compleja infancia de niño australiano que pasa sus primeros años huyendo de un sitio a otro. Sin conocer a su padre biológico, con madre de múltiples parejas y una pésima escolarización, Assange descubre a los dieciséis años los ordenadores, y su vida se transforma.



Convertido en un hacker, Assange se mete de hoz y de coz en un grupo autodefinido como antiautoritario que se dedica a moverse en la red y reventar sistemas de protección hasta que la policía federal australiana acabó por detenerlos (esos años se recogen con detalle en Suelette Dreyfus y Julian Assange, Underground. Seix Barral, 2011).



Tras leer el primer borrador del libro en marzo de 2011, Assange dice que "las memorias son siempre prostitución" y quiere cancelar el contrato. Lo malo es que el millón de dólares que ya ha recibido se lo ha gastado en los abogados que preparan su defensa. Sin marcha atrás posible, esta Autobiografía no autorizada sale a las librerías de todo el mundo. En el caso español en una versión que honra al sufrido gremio de traductores.



El personaje que hila estas páginas refleja las contradicciones de una generación que lucha por abrirse paso entre sus mayores en un mundo cada vez más complejo. Vemos aquí un autorretrato escalofriante de alguien que quiere cambiar el sistema de poderes desde las nuevas tecnologías.



A través de estas absorbentes páginas, el lector contempla en primera fila los escándalos de Somalia, Guantánamo, Fallujah, Kenia, la iglesia de la Cienciología, los bancos islandeses o el ultraderechista British National Party. Revelaciones que estremecen a un lector cuyo único consuelo es preguntarse si ciertas actividades diplomáticas deben conducirse más allá del ojo público.