Universidad de Valencia, 2012. 394 páginas, 25 euros



No es frecuente que un autor, en plena madurez, vuelva a revisar lo que escribió en sus inicios, hace casi cuarenta años. Es lo que ha hecho Ernest Belenguer con el rigor y la meticulosidad que le caracterizan. Ya no es aquel joven discípulo de Joan Reglá que publicaba un libro basado en su tesis, sino un historiador prestigioso con buen número de estudios de amplia difusión, que tienen como centro la historia política del reino de Valencia, la corona de Aragón y la Monarquía de España, en el amplio espacio temporal que abarca la baja Edad Media y la primera modernidad, entre el reinado de Jaime I y el final del siglo XVI.



Si en 1976, huyendo de la similitud con la obra de Jaume Vicens Vives Ferran II i la ciutat de Barcelona, tituló su libro -escrito en catalán- València en la crisi del segle XV, ahora, ya sin complejos, adopta, orgulloso y reconocido, el título original que le vincula con el gran historiador catalán que fuera maestro de Reglá. El resultado de esta vuelta atrás no es solo un estudio detenido sobre las relaciones del monarca aragonés con Valencia, una de las ciudades más importantes de la península en el tránsito de la Edad Media a la Moderna, con unos 45.000 habitantes a los que habría que unir otros 20.000 de sus arrabales, Belenguer aporta también buen número de elementos para conocer las relaciones entre el rey y el reino de Valencia, del que la ciudad del Turia era capital. Para todo ello se basa en una amplia documentación y en el dominio de la bibliografía. Más aún, dentro de su peculiar estilo, el autor hace referencias constantes, en muchas ocasiones críticas, a las obras de otros historiadores.



Tres son los aspectos que sobresalen del estudio de Belenguer. En primer lugar, el evidente reforzamiento del poder real y el control ejercido por el rey Católico sobre la ciudad -y el reino-; en segundo, la notable implicación de la ciudad en la política de la naciente Monarquía (guerra de Granada, guerras de Italia...). El tercero, consecuencia del anterior, la importante contribución de Valencia a la financiación de la política regia, que llevó a una escalada de endeudamiento, a través de los censales, en la que la ciudad hacía de intermediaria entre los numerosos particulares que se convertían en acreedores de la corona, lo que la dejaba en una posición difícil: acreedora del poder real y a la vez deudora de las pensiones a las que tenía que hacer frente. La importancia de la deuda pública tuvo sus efectos negativos, al configurar en la ciudad una sociedad fuertemente caracterizada por el rentismo, que desviaba buena parte del capital hacia la inversión improductiva. El desinterés por construir un puerto en 1493 fue una de sus principales consecuencias, aunque la presión financiera del rey contribuyera también a hacer difícilmente viable su financiación.



Sobre estos tres ejes bascula lo esencial del estudio, en el que el autor se muestra muy atento a las cambiantes coyunturas y estudia con detalle los diversos periodos y las cuestiones que se fueron sucediendo en el largo reinado de Fernando: las frecuentes crisis alimenticias consecuencia del crónico desabastecimiento triguero de la ciudad, las crisis monetarias, la fallida oposición al establecimiento de la Inquisición dependiente del rey, las Cortes y parlamentos, la reiterada corrupción administrativa y los fraudes a las rentas, los episodios de peste, etc. Era lógico que existieran motivos de descontento, prestos a salir a la luz en el momento en que desapareciera la fuerte autoridad del monarca, como ocurriría pocos años después de su muerte con la revuelta de las Germanías. La vuelta de Belenguer al estudio de las relaciones entre el rey Católico y Valencia, en suma, completa las muchas aportaciones de dicho autor al conocimiento de la corona de Aragón y la presencia en ella del poder real en los comienzos de la Edad Moderna.