Alfonso Guerra. Foto: Sergio González

Planeta. Barcelona, 2013. 664 pp. 22'50 e. Ebook: 9'99 e.



Alfonso Guerra ha organizado la edición del recuerdo de su vida política en tres etapas. La primera discurre desde el nacimiento, en la Sevilla franquista de 1940, del undécimo hijo de trece hermanos nacidos en una familia en la que se le daba la vuelta a los abrigos para prolongar su uso, hasta su consagración política con la aplastante victoria socialista de 1982. Este primer volumen sale a la calle en 2004. Dos años después aparece el tomo que registra los años de gloria del vicepresidente del Gobierno de España: 1982-1991. En mayo de 2013 sale por fin un texto que llega hasta el borde de la actualidad. Páginas permeadas por el sabor de una doble derrota, la del proyecto político personal y la de su partido, un náufrago que bracea en el agitado océano de la socialdemocracia europea. Como diría Ortega y Gasset, todo gran proyecto vital está condenado al fracaso.



Secretario de Organización del PSOE (1976-1979), vicesecretario general (1979-1982), portavoz del Grupo Socialista en el Congreso (1979-1982), vicepresidente del Gobierno (1982-1991), presidente de la Comisión del Congreso (2004-2011) y actual presidente de la Comisión de Presupuestos, Guerra es todavía diputado -el único- desde la primera legislatura. Acantonado en la presidencia de las fundaciones Pablo Iglesias y Sistema sigue siendo la sal de muchos platos políticos. Se ha ganado un respeto entre los grandes animales políticos de la Transición. Los depredadores le temen aún, guarda mucha información.



Guerra ha escrito este volumen de cierre en tono memorialista, con esa ironía sarcástica que raya la demagogia y que agradece el lector harto de tanto abuso de la clase política. Nada más abrir la introducción, la primera pedrada. Deja claro que lo escrito es de propia mano, no ha recurrido a "negros", le han bastado sus cuadernos: "No es lo habitual en libros firmados por políticos". Dos grandes vectores marcan este libro. Por un lado, la afirmación del proyecto ideológico de un joven que con veinte años entra en la política clandestina de los años sesenta y sigue en ella medio siglo más tarde. Por otra, el inevitable ajuste de cuentas de alguien que se siente maltratado por sus conmilitones y sus zonas de influencia. Felipe González, el grupo Prisa, Javier Solana, Bono o Blair son algunas de sus dianas. Sin ser una exquisitez, sí estamos ante un plato contundente que se consume con gusto hasta el final. Aquí se levantan muchas alfombras.