¿Tiene salvación la Iglesia?
Hans Küng
4 octubre, 2013 02:00Hans Küng
Este libro fue escrito -por fortuna- antes del nombramiento de Francisco como obispo de Roma. Digo por fortuna porque el nombramiento ha desatado una onda de esperanza -y no sólo entre los católicos- que comparto sin duda y sin reserva, pero que, por definición, obliga -puesto que es esperanza- a esperar. Respecto a otros anteriores suyos, llaman la atención dos detalles del libro de Küng que le confirman en sus temores de hace años, pero que son nuevos (al menos, para este lector): uno es que Benedicto XVI le ha defraudado; el otro -revelador de varias cosas- es su propia experiencia como cura en su pueblo, adonde sigue yendo cada año y celebra misa y contempla cómo esa pequeña "cristiandad" se viene abajo año tras año hasta quedar en poco más que un leve rastro.Las memorias del propio Küng (Sursse, Lucerna, 1928) , al hablar de su infancia -en un libro de hace años-, fueron reveladoras: se formó en una familia católica suiza empapada del puritanismo moralizante que fue común a protestantes, católicos y judíos europeos de mediana o mucha cultura durante todo el siglo XIX y bastante más. Tanto, que aquellos vientos trajeron estas tempestades (a mi juicio). Y eso explica en gran medida la dureza y también el éxito de las críticas de Küng. Probablemente, muchos se sienten identificados con lo que Küng rechaza. No se puede decir, con todo, que él mismo haya establecido esa relación entre la formación que recibió y su crítica eclesiológica.
Küng hace un repaso de la historia de la Iglesia entera y suma elementos sumamente diversos, tan heterogéneos que muchos lectores se negarían a sumarlos. Por ejemplo, la renuencia de Roma a aceptar la libertad de la investigación científica desde comienzos del siglo XVII no es lo mismo que propugnar el sacerdocio de las mujeres. Avergonzarse de lo ocurrido con "el caso Maciel" no es tampoco lo mismo que propugnar que se reconozca como sacerdotes católicos a los pastores protestantes. En el fondo, elementos tan diferentes sólo pueden aunarse en una perspectiva historicista, que, de hecho, es la que asume Küng, conscientemente o no. Podría resumirse en la afirmación de que es la historia la que crea la realidad y que hay que adecuarse a ella si uno no quiere perder el tren de la historia precisamente. El problema es que la realidad es la que provoca en todo ser humano la pregunta moral: si eso es así, qué debo hacer. Y Küng parece responder "Lo que pida la propia historia".
Lo expreso así, a idea, tomando una de las frases que emplea. Y lo hago para que quede claro que el teólogo suizo también es consciente de la importancia de esa perspectiva. Simplemente, las respuestas que da son distintas. Por ejemplo, cree que el Jesucristo histórico que protegió a la adúltera y a otros pecadores -empleo sus palabras-, no pronunciaría duros veredictos sobre el aborto.
¿Tiene salvación la Iglesia?, puede calificarse -si se quiere, técnicamente- de ensayo histórico. Parte, en efecto, de una percepción del presente ("¿Una Iglesia enferma, incluso moribunda?") y reconsidera su historia (pero su historia, sobre todo, jerárquica y "romana"; no se habla apenas de la diáspora, que es, en realidad, donde habita la mayoría de los cristianos). Es, pues, una crítica de la orientación pastoral de Roma principalmente.