Dora Maar retratada por Man Ray (1936)
Dora Maar. Fotógrafa, pintora, modelo... Vivió un París -por lo menos hasta determinado momento- de una especial efervescencia cultural; se vinculó al surrealismo, del cual fue protagonista; y mantuvo contactos con Bataille, Breton, Elouard, Man Ray... el "tout Paris". Y, sobre todo, fue una de las mujeres de Picasso. Desde un principio, llamó la atención por su fuerte personalidad creadora, pero es ahora cuando asistimos a la recuperación del personaje. Victoria Combalía, por ejemplo, publicó una biografía suya y se ha esforzado en reivindicarla en diversos estudios y exposiciones.Y, sin embargo, Dora Maar (París, 1907-1997) sigue siendo un misterio. Cuantos más libros, más enigmática, compleja e impenetrable aparece. Acaso por esta razón inspire tanto magnetismo y seducción. Quien se aproxima a ella topa con algo opaco, un secreto que se resiste. Es muy revelador que Combalía -lo explica ella misma- no accediera a su biografiada sino por teléfono... La pregunta es obvia: ¿era realmente Dora Maar quien estaba al otro lado del auricular?
Hay muchas maneras de entender una biografía. Así, el discurso académico, que se articula a partir de los más variados documentos, intentará explicar la obra del artista a partir del contexto biográfico. Pero hay otras posibilidades. Existen tantas "vidas de artistas" como biógrafos. Y Alicia Dujovne (Buenos Aires, 1940), con una larga trayectoria como novelista y biógrafa -ha escrito sobre Eva Perón y Maradona, entre otros- realiza una aproximación más periodística. En ella no alude sólo a cuestiones artísticas, sino también al entorno de amistades y a la vida sentimental de Dora Maar. Es público que la relación entre Dora Maar y Picasso poseía tintes sadomasoquistas. ¿Morbo? A priori, una aproximación de este tipo es legítima. El aura de los personajes -Dora Maar y Picasso- es tan fuerte que motiva el interés por cualquier aspecto de su vida. Pero, además, esta crónica sentimental puede alumbrar aspectos sobre su creación y la del mismo Picasso, así como sobre la posición social de la mujer y componer, en definitiva, una especie de fresco social y cultural de la época, de sus usos y costumbres. El asunto de la vida sexual de los surrealistas -que pretendían una revolución social y espiritual- ocupa un espacio nuclear en su cosmovisión y no es un tema baladí.
Efectivamente, la biografía de Alicia Dujovne posee elementos de interés, pero a veces nos deja perplejos. ¿Puede realizarse una biografía sentimental basada prácticamente en fuentes secundarias e historia oral? La autora no ha trabajado con documentos de primera mano y sólo ha podido apoyarse en testigos, en su mayoría, indirectos. Un proyecto como éste, que pretende ser una radiografía de una intimidad de la cual tan solo asoman trazas, presenta serios problemas. Pero acaso Dujovne Ortiz, más que una biografía, ha escrito una novela, la novela del artista. Esto es una especulación o una recreación de un fantasma llamado Dora Maar. Tal vez su aportación es la de haber inventado una Dora Maar. No importa si existen o no coincidencias con la realidad.