Image: Rusia frente a Ucrania

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Ensayo

Rusia frente a Ucrania

Carlos Taibo

27 junio, 2014 02:00

Carlos Taibo

Catarata. Madrid, 2014. 168 páginas, 13 euros

Terminado en abril de 2014, el último libro de Carlos Taibo (Madrid, 1956) es un adelanto de lo que pretende convertirse en una geopolítica de Rusia. Pocos mejor preparados en España para obra tan ambiciosa. Desde su tesis doctoral sobre el ejército soviético en los 80, pocos autores en castellano han dedicado más atención a los cambios en la antigua URSS y en Europa central.

Con precisión, gran rigor académico, un estilo sencillo, una equidistancia y neutralidad admirables, y un profundo conocimiento de los recovecos del objeto de estudio, Taibo desgrana en seis capítulos la transición rusa de los últimos 30 años, la política exterior de la nueva Rusia hacia Occidente, las posibilidades y límites de la nueva Ucrania en la telaraña postsoviética, la crisis desde noviembre de 2013 y diez reflexiones: lo que llama "conclusiones rápidas" y que encierran importantes lecciones tras media vida de dedicación a la región.

Siempre de forma diplomática, cuestiona en la octava de esas reflexiones la importancia geoestratégica dada al triángulo Rusia-Ucrania-Kazajstán por Zbigniew Brzezinski y por teóricos del eurasianismo como Aleksander Dugin. "El relieve geoestratégico de Ucrania es limitado", afirma, "o no lo es, al menos, en tanto el escenario no cambie abruptamente".

Desde la conclusión del libro Ucrania cuenta con un nuevo presidente, Petro Poroshenko, elegido en primera vuelta el 25 de mayo. Antes de jurar su cargo, el oligarca y ex ministro de Hacienda y de Exteriores ha intensificado las acciones militares contra los separatistas de la región de Donbas y ha hablado con Vladimir Putin en un encuentro tan apresurado como inútil en los actos del 70 aniversario del Día D en Francia. Cualquier previsión resulta arriesgada, pero pocos creen en una solución de la crisis sin un acuerdo entre Kiev y Moscú, por ahora lejano. En cuanto a vencedores y perdedores, como nos aconseja Taibo en cada curva del pedregoso camino ucraniano, cualquier calificación parece prematura. Con su supuesta victoria en Crimea, Putin está reforzando a la OTAN y pagando su independencia de Occidente con una nueva dependencia de China.

"A duras penas es imaginable que Rusia sea una potencia meramente regional", advierte el autor en la primera de sus conclusiones. Continúa con el binomio de potencialidades y debilidades relevantes que condicionan esa potencia, el abismo que la separa de las demás potencias emergentes, el riesgo de dejarse arrastrar por la mitificación (para bien y para mal) de Putin, lo difícil que resulta tomar partido en "conflictos sucios" -sin buenos y malos reconocibles fácilmente- como el de Ucrania, la fuerte carga simbólica de las actuales tensiones, lo inapropiado de las referencias a una nueva guerra fría y el bochornoso tratamiento de la crisis por la mayor parte de los medios occidentales.

"Rusia, en el último cuarto de siglo, ha probado casi todo con Occidente: la docilidad sin límites del primer Yeltsin, la colaboración de Putin con Bush hijo entre 2001 y 2006, y, en suma, una moderada confrontación que era antes la consecuencia de la prepotencia estadounidense que el efecto de una opción propia y consciente", señala. ¿A cambio de qué? "Moscú no ha sacado provecho alguno de ninguna de esas opciones. Antes bien, ha sido obsequiado con sucesivas ampliaciones de la OTAN, con un reguero de bases militares en el extranjero cercano, con el descarado apoyo occidental a las revoluciones de colores y con un displicente trato comercial".

Es fácil de entender, en consecuencia, que, con una Unión Europea impresentablemente supeditada a los intereses estadounidenses, Rusia entienda que está siendo objeto de una agresiva operación de acoso para impedir que resurja en el oriente europeo una gran potencia.