Xavier Vidal-Folch

Catarata. Madrid, 2014. 144 páginas, 15 euros

Especial: Leer Cataluña

Tomando como punto de partida la constatación de que vivimos una fase trascendental del problema catalán y, al tiempo, un momento de singular confusión, el conocido analista del diario El País Xavier Vidal-Foch (Barcelona, 1952) se plantea en este opúsculo una reflexión serena sobre el llamado "proceso", al margen de tópicos y descalificaciones sectarias. Dedica por ello una considerable atención a "los desafíos económicos", por entender que en ellos reside una parte considerable de los problemas (y de las posibles soluciones). Combate en ese ámbito las simplificaciones interesadas de unos y otros, subrayando en este sentido que "las cifras no lo aguantan todo" y que ni existe ni ha existido nunca el pretendido "expolio" que pregona la propaganda catalanista. El resto del libro aborda el desencuentro político entre las autoridades catalanas y españolas, lo que le permite tratar -siempre con un enfoque empírico y pragmático- los diversos caballos de batalla que entran en liza: tentaciones centralistas versus autonomismo insolidario, nacionalismo lingüístico, papel de Europa en todo el conflicto, etc. Un recorrido presidido siempre por un franco realismo: "no somos Andorra, ni Mónaco, ni Suiza".



Algunas afirmaciones pretenden ir más allá de los argumentos más manidos. Así, por ejemplo, su descalificación de la independencia como objetivo último en un mundo que ya no contempla el "Estado nacional" ni la "soberanía nacional" en su sentido tradicional. Bien es verdad que en un asunto tan candente y visceral, la ecuanimidad de la que hace gala Vidal-Foch corre en ocasiones el riesgo de ser percibida como una fría equidistancia. Es cierto que su ensayo es muy crítico con el nacionalismo catalán, pero no lo es menos con los sectores que identifica como nacionalistas españoles: "Existe un nacionalismo más insidioso y brutalista -a veces violento- que el catalán: el español" (p. 69). Más sorprendente aún resulta esta interpretación de la sentencia del Constitucional sobre el Estatut: los catalanes "quieren votar en referéndum su futuro. No es un capricho, Tienen razones. Votaron un Estatut nuevo, y un recurso y una sentencia se lo secuestraron. Un clavo saca a otro clavo. Una votación lava un secuestro" (p. 141). En última instancia, no es extraño por ello que sus propuestas "imaginativas" corran el riesgo de incomodar a todos los sectores implicados. Ya lo dice el título mismo del último capítulo: "Referéndum imposible. Consulta deseable".