Traducción de Ramón de España. Elba, 2014. 278 páginas, 21 euros.

La historia de cómo F. Scott Fitzgerald educó a la mujer que amaba. El subtítulo de este libro delicioso se queda corto. Aquel último proyecto del autor de El gran Gatsby fue tan singular e imaginativo, tan ambicioso, que cualquier descripción lo desmerece. Scott Fitzgerald fundó una universidad para un sólo alumno -su amante, la columnista Sheila Graham- con un concienzudo y desopilante plan de estudios que recogía las grandes obras de historia, filosofía, política, música y literatura y que alternaba lecciones magistrales, lecturas, bailes, representaciones teatrales y apasionadas discusiones políticas.



La propia Sheilah rememora aquellos dos años maravillosos que fueron los últimos de vida del escritor al que se lo llevaría un ataque al corazón en casa de su amada. Scott estaba enfermo, bebía mucho y sufría por no poder dejar a su mujer, "la pobre y perdida Zelda". Pero su inteligencia aún deslumbraba. Inventó versos para facilitar el recuerdo de la historia de Francia, diseñó planes de lecturas de cuarenta libros cada diez meses que incluían nada menos que todo Proust, Victor Hugo, Tolstoi, Dostoievski y Joyce, y se le fue la mano con la poesía, que acabó por desbordar el programa de estudios. Y cuando Sheilah tuvo dificultades con Marx, Scott ofreció Henry James como aliviadero. Una historia fascinante.