La historia es un árbol de historias. Historiografía, política, literatura
Jordi Canal
5 diciembre, 2014 01:00La "Grande Peur" de 1789 en Francia desató las emociones de la colectividad
Jordi Canal (Olot, 1964), profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, es el prototipo de historiador que no se siente a gusto encerrado con un solo juguete temático, por decirlo al modo de Marsé. Especialista en un principio en la historia del carlismo (al que dedicó su tesis doctoral y primeros trabajos), luego ha abierto sus investigaciones en múltiples sentidos y ámbitos variopintos, como los exilios, los nacionalismos, la historia política en general, las cuestiones metodológicas, las ideologías, las relaciones entre literatura e historia, etc.Hago este recordatorio a modo de preámbulo porque enlaza directamente -y hasta explica- el contenido del volumen que nos ocupa. Ello se pone de relieve para empezar en el propio título, tomado de una bella metáfora de La guerra del fin del mundo, la colosal novela de Mario Vargas Llosa sobre el levantamiento brasileño de Canudos. La historia, dice Canal, no puede conjugarse en singular, sino partiendo de la base de que toda historia bien realizada es o debe ser "un árbol de historias". Lejos de ser una frase hecha, el autor ansía sacar consecuencias prácticas de ese punto de partida: debemos tener presente, dice, que leer o escribir historia es siempre escribir o leer "una de las historias posibles" porque el pasado es una compleja maraña que resulta difícil ordenar. De ahí que pueda hablarse de "compromiso" del historiador, pero no a la manera tópica del militante partidista sino en forma de rigor y fidelidad (a la "historia bien hecha") y hasta claridad, precisión y elegancia en la escritura, porque la historia es también un relato.
Teniendo en cuenta esas premisas se entiende mejor el derrotero de Canal en este libro y en su trayectoria investigadora en general. Como dice él mismo, prefiere las preguntas fructíferas a las respuestas prefabricadas, o antepone el acercamiento a los protagonistas del pasado -seres de carne y hueso- a las doctrinas esquemáticas y abstracciones restrictivas. Todo esto no se queda en el aire, en mero desiderátum, sino que se aplica a los campos que interesan al autor. Y aquí entra en juego el subtítulo del libro: "Historiografía, política, literatura". He ahí el marco en el que se mueven los trabajos que se recopilan en esta obra, doce en total, elaborados originalmente para diversas instancias a lo largo de los últimos quince años.
Es verdad que, desde una perspectiva amplia, puede parecer en un primer momento que, como es usual en este tipo de compilaciones, la dispersión predomine sobre la homogeneidad. Hasta cierto punto es así -sería absurdo negarlo-, pero no es menos cierto que la hábil estructuración en cuatro bloques o secciones y la propia voluntad de Canal por trascender en cada tema un tratamiento unilateral o reductivo, dota al conjunto de un tono más uniforme de lo que es habitual en estos casos. El propio relieve de los asuntos tratados contribuye por otro lado a que el libro se lea con interés en todo momento. Las dos primeras partes, que abarcan seis capítulos, se dedican a temas historiográficos, bien sea centrándose en nombres propios (Marc Bloch, M. Agulhon), bien sea abordando cuestiones de método o enfoque (la perspectiva americana en la historia de España, los mitos y modelos a la hora de hacer historia) o, bien sea, en fin, tratando cuestiones más específicas como la conceptuación de sociabilidad o el asunto de los exilios.
La tercera sección, bajo el epígrafe de "Guerras, políticas y emociones" se consagra a la historia política propiamente dicha, centrándose en un activista (Ruiz Zorrilla), una ciudad en un momento crucial (Gerona, 1808) y una emoción que genera un movimiento colectivo (la "Grande Peur" de 1789). Por último, el cuarto bloque está dedicado a la literatura o, mejor dicho, se centra en tres grandes escritores que tienen en común, pese a su disparidad ideológica, la decidida voluntad de plasmar en sus obras el latido del momento histórico que vivieron: Max Aub, Josep Pla y Jorge Semprún. Con ellos se propicia una reflexión en la línea del famoso aserto de Vargas Llosa: cómo con fabulaciones (técnicamente "mentiras") se puede acceder a una verdad más profunda que la proporcionada por los hechos desnudos.