Espido Freire. Foto: Javier Barbancho
En el quinto centenario del nacimiento de Teresa de Cepeda, su figura sigue siendo objeto de controversia. Frente al reconocimiento, digamos, oficial del que goza como miembro del panteón de los santos de la Iglesia Católica y escritora que encarnó como nadie la nueva espiritualidad emanada de la Contrarreforma, no dejan de surgir interpretaciones que reivindican su carácter y su obra como ejemplos de una soterrada heterodoxia y expresión de una personalidad profundamente discrepante con el espíritu de su tiempo.Casi se diría que, en el estado actual de la cuestión, la elección de una u otra interpretación casi depende más de los gustos del lector que de la terca realidad de los hechos. Por ello, un primer mérito que cabe atribuir a Para vos nací, el personal ensayo que Espido Freire ha escrito en torno a los datos contrastados sobre la Santa que otros biógrafos más sistemáticos han puesto en sus manos, es su huida de todo sensacionalismo. No es que la autora rehúya las cuestiones más espinosas en torno a la naturaleza del misticismo de Santa Teresa, su psicología o su actitud ante las instituciones de su tiempo: lo que hace, más bien, es abordar las opiniones preexistentes desde un aplastante sentido común.
No encontrará el lector, por ello, afirmaciones chocantes o escandalosas en torno a cuestiones como, por ejemplo, la naturaleza sexual de los éxtasis teresianos: en el capítulo dedicado explícitamente a "Teresa y el erotismo" la autora acusa su hartazgo de las interpretaciones más ramplonas al respecto, pero reivindica al mismo tiempo el carácter "apasionado" de su biografiada, a la vez que se muestra convencida de que una mentalidad tan arraigada en los valores de su tiempo difícilmente se hubiera atrevido a manejar la simbología presuntamente erótica de algunas de sus visiones si no la hubiera percibido como desligada de cualquier alusión a placer sexual.
Con idéntico sentido común se refiere la autora a otros aspectos de la vida y obra de la Santa, apoyándose en la cercanía emocional que aporta una cierta identificación de partida entre una mujer sensible de hace 500 años y una escritora de hoy. La táctica, desde luego, supone algún riesgo. ¿Tiene algún fundamento afirmar, por ejemplo, que el actual pontífice, Francisco, es "un papa que encantaría a Teresa, si lo conociera"? Lo mismo cabe decir de otras afirmaciones sobre la la actitud de Teresa de Jesús hacia la escritura, o su evidente conciencia de la postergación de la mujer. Pero cuando el valor añadido de una biografía no reside en sus aportaciones documentales, sino en el intento de acercar al biografiado a la sensibilidad contemporánea, el riesgo bien puede merecer la pena. En esa complicada tesitura se mueve este ensayo.