Las Brigadas Rojas asesinaron a Aldo Moro, el Primer Ministro italiano
Interrumpidos, parece que ya definitivamente, los asesinatos de ETA, nos enfrentamos al doble desafío de que la memoria colectiva se atenga a la realidad histórica y de que las lecciones aprendidas sobre cómo enfrentarse a una amenaza terrorista no se pierdan. Y en ese sentido Guerrilleros, terroristas y revolución marca uno de los caminos a seguir: el de la comparación internacional.La realidad es global, pero a menudo nos obstinamos en pretender comprenderla desde una perspectiva puramente nacional: en los estudios sobre ETA apenas se aborda la comparación con lo ocurrido en otros países, mientras que en las nutridas estanterías sobre terrorismo de una librería italiana es difícil encontrar algo sobre el caso español. Y sin embargo las coincidencias cronológicas son asombrosas. En 1968 ETA comenzó a asesinar y tuvieron lugar las primeras acciones violentas de los Tupamaros en Uruguay; los disturbios del verano de 1969 incendiaron Irlanda del Norte y comenzaron los "años de plomo" italianos con la matanza perpetrada por la extrema derecha en la Piazza Fontana de Milán; en 1970 iniciaron los Montoneros argentinos su triste carrera con el secuestro y asesinato del general Aramburu y se fundaron en Italia las Brigadas Rojas. Una mística de la violencia, cuya relación con las revueltas juveniles que culminaron en el mayo francés de 1968 constituye un tema muy debatido, parecía haberse apoderado de las mentes y los corazones de minorías radicalizadas en bastantes países de Europa y América, sin olvidar que en 1968 comenzaron también los atentados palestinos contra objetivos israelíes en suelo europeo.
Los aficionados a las teorías de la conspiración infundadas, que son legión, pensarán en una orquestación oculta que moviera los hilos de todo aquello. Hoy podemos descartarlo y afirmar incluso que los contactos entre los distintos grupos terroristas nacionales fueron muy escasos. Lo que sí hubo y resultó crucial, fue una difusión internacional de ideas, de sentimientos, de imágenes, de textos teóricos y de modelos prácticos, en una palabra de memes, o de representaciones mentales, si se prefiere esta expresión.
Ése es el campo que dos profesores, uno español, Azcona, y otro italiano, Re, exploran en Guerrilleros, terroristas y revolución, que aborda las analogías, las diferencias y las influencias recíprocas entre un conjunto de grupos guerrilleros y/o terroristas que alcanzaron su mayor grado de letalidad en los años setenta del pasado siglo. Integran el libro siete capítulos, en buena medida independientes entre sí, por lo que el hilo conductor a veces se pierde un poco, y sus principales protagonistas son cuatro grupos: ETA, las Brigadas Rojas, los Tupamaros y los Montoneros. Las diferencias entre los cuatro son evidentes: ETA se basaba en la tradición del nacionalismo vasco, Brigadas Rojas en la del comunismo estalinista, los Tupamaros representaban una nueva izquierda y los Montoneros formaban parte de ese fenómeno tan difícil de entender que es el peronismo. Y sin embargo todos presentaban un inconfundible aire de familia.