Retrato de Ramón Menéndez Pidal

CSIC. Madrid, 2015. 255 páginas, 22€

El 2 de mayo de 1914 Federico de Onís anunciaba a Miguel de Unamuno la próxima aparición de la Revista de Filología Española. La nueva publicación, añadía Onís, habría de ser "una revista excelente, que nos dará una cierta personalidad internacional y contribuirá a que el conocimiento de nuestra historia que impere en el mundo empiece a formarse aquí por españoles y no fuera por extranjeros".



El objetivo no podía ser más patriótico también. Federico de Onís era un discípulo de Unamuno que había ganado la cátedra de Lengua y Literatura españolas de la Universidad de Oviedo y, desde 1912, se había incorporado al Centro de Estudios Históricos. Una de las líneas de actuación del Centro estuvo dedicada el estudio de los orígenes de la lengua española, de lo que se encargó Menéndez Pidal. Esa línea de investigación daría lugar a la sección de Filología del Centro, y la Revista de Filología Española sería uno de los frutos más brillantes de esa sección. Lógicamente, su primer director fue Menéndez Pidal, y su gerente Tomás Navarro Tomás, el más destacado de los especialistas en fonética española. La revista sólo se interrumpiría con la guerra civil y reanudó su publicación en 1941, en el marco de las actividades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desde esa fecha, ha seguido publicándose hasta el día de hoy.



El año pasado, con ocasión de celebrarse el centenario de la fundación de la revista, el Ayuntamiento de Madrid y el CSIC organizaron una exposición que tuvo el mismo título que este volumen, en el que se recogen una serie de colaboraciones dedicadas a glosar la trayectoria de la revista, así como las actividades del Centro de Estudios Históricos y de la Junta para Ampliación de Estudios que fue la entidad que impulsó estos proyectos.El volumen recoge colaboraciones de diversos especialistas, casi todos ligados al CSIC, como Leoncio López-Ocón, José Ignacio Pérez Pascual, Ángel Gómez Moreno, Mariano Quirós y Carlos Domínguez, además de los editores de la obra: Pilar García Mouton y Mario Pedrazuela.



Como suele ocurrir en este tipo de ediciones las colaboraciones reunidas tratan de ofrecer una imagen global de la institución estudiada, objetivo especialmente problemático en este caso, tanto por el largo periodo que se abarca como por la diversidad de enfoques que admite el estudio de una publicación tan influyente como ésta. En ese sentido, las exigencias mínimas del trabajo de edición científica habrían hecho muy conveniente la incorporación de un índice de nombres y la elaboración de una bibliografía unificada. En todo caso, el volumen significa una aportación de primera calidad en el campo de la historia intelectual española, especialmente en lo que hace al conocimiento del primer gran periodo de la revista, durante ese cuarto de siglo que viene a cerrarse con el inicio de la guerra civil.



Durante esos años la revista fue el verdadero motor de la renovación de los estudios filológicos e históricos en España. Tanto con los grandes proyectos filológicos de Menéndez Pidal como por las investigaciones históricas que impulsó Hinojosa y continuaría Américo Castro. Con ellos y una gran nómina de colaboradores, la revista se convertiría en un instrumento de referencia científica. Desde sus páginas se acometió una verdadera renovación del conocimiento del pasado español que han sabido ilustrar Pedrazuela y García Mouton con esta obra. En ella queda reflejada la gran aventura intelectual que significó la revista y el acierto de las palabras con las que De Onís anunció su salida.