Foto: Save the Children
A finales de 2006, el precio de los alimentos comenzó a subir de modo desmesurado hasta un nivel que en países subdesarrollados incrementó de modo dramático la malnutrición y la desnutrición. Cayeron en 2008 para volver a encarecerse en 2010 y 2011, volver a caer, e incrementarse a finales de 2012. En 2013, el coste del maíz era más alto en los mercados mundiales que en la crisis de 2007 y 2008.Sobre la hambruna que provocó este aumento del coste de alimentos básicos en distintos países subdesa- rrollados, sobre todo del África subsahariana, ha construido David Rieff (Boston, 1952) lo que en definitiva es este volumen: una severa crítica a los intentos que desde el mundo desarrollado tratan de erradicar la pobreza.
Como señaló Martín Caparrós en El Hambre, cereales que en 2003 costaban 125 dólares la tonelada comenzaron a cotizarse en los mercados internacionales de un modo desmesurado. En abril de 2008, la misma cantidad de trigo se vendía a 440 dólares. Al mismo tiempo, el barril de petróleo alcanzaba 130 dólares y empujaba hacia arriba la producción de biocombustibles. El maízs pasó en muchos lugares de estar destinado a la alimentación a convertirse en fuente de un etanol usado como combustible en la automoción.
El intento de estas páginas es, ni más ni menos, poner de manifiesto que los planes globales para erradicar la pobreza y el hambre no son eficaces porque se enmarcan en términos políticos en lugar de morales, culturales y técnicos. ¿Se están equivocando los funcionarios de Naciones Unidas, del Banco Mundial, los directivos de las grandes oenegés del ámbito del desarrollo y personalidades como Bill y Melinda Gates o Warren Buffett?
Rieff no niega la evidencia de las estadísticas pero las corrige. De 1990 a 2010, el índice mundial de pobreza extrema -referido a las personas que viven con menos de 1,24 dólares al día- se ha reducido en un 50 por ciento. Con esa cifra, Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, opina que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), reducir a la mitad la pobreza extrema en 2015, ya se han conseguido. Sin embargo, Rieff, apoyado en su propia investigación y en académicos del prestigio de William Easterley, autor de La carga del hombre blanco, afirma que esa cifra no dice la verdad. Desde 1981 tres cuartas partes de la disminución mundial de la pobreza extrema ha tenido lugar en China, país muy ajeno a los ODM, los "filantrocapitalistas" o las ayudas corporativas.
Hijo de Susan Sontag y encargado de cuidar su legado intelectual, Rieff se ha criado entre celebridades y ha sabido abrirse un hueco intelectual en el que también se rastrea la influencia de su padre, Philip Rieff (1922-2006), profesor de sociología en la Universidad de Pensilvania. Artículos, libros y una constante presencia en los medios de comunicación le acreditan como un autor crítico e independiente, preocupado por el futuro de la humanidad. De la atención que presta a las catástrofes que nos asolan da buena cuenta Contra la memoria (2012).
Instalado en el prestigio de las visiones pesimistas del mundo, tan frecuentes desde John Stuart Mill, y en la desconfianza en la capacidad de los políticos, Riff nos deja una excelente crítica de la ayuda al desarrollo. Quien quiera erradicar la pobreza y sus males, malnutrición y desnutrición, tiene en esta obra una documentada guía de errores a evitar.