Peter Von Felbert

Traducción de Juan de Sola. Alpha Decay. Barcelona, 2016. 160 páginas. 19'90€

El tabaco empezó a ser un problema de salud pública con la aparición de la Revolución Industrial y el comienzo de su producción barata y masiva.Traído de América por españoles, sus efectos fascinaron en Europa gracias al fervor publicitario del embajador francés en Portugal, Jean Nicot (1530-1600). Todavía hoy, los cigarrillos y su pareja perfecta, el alcohol, forman parte íntima, placentera, de la vida de millones de seres humanos.



Exhalar humo le pudo costar la vida a Rodrigo de Jerez, compañero de viaje de Colón. A la Inquisición aquello le pareció brujería y estuvo a punto de ejecutarle. También a Gregor Hens (Colonia, 1965) echar humo por la boca le ocasionó un serio disgusto. El menor de tres hijos de una familia de fumadores empedernidos creció entre el tabaco y sufrió, ya en su adolescencia, las consecuencias.



A los "cinco o seis años" dio las primeras caladas. Era fin de año y en su casa se tiraban cohetes. Los hermanos mayores tenían encendedores y él sufría al no poder encender las mechas. Su madre entonces le pasa un cigarrillo encendido para que prenda un cohete, "como quien ofrece una golosina a una bestia hambrienta". Hasta que dejó de fumar, antes de ponerse a escribir Nicotina, Hens se había fumado "mas de cien mil cigarrillos". Fumados tanto de forma cotidiana como en los lugares y circunstancias más absurdos. Aunque la publicidad presente este libro como una reflexión sobre la adicción, lo cierto es que va mucho más allá. Lo que ha conseguido Hens es un excelente y divertido retrato de una familia de la Alemania del éxito europeo. Con un estilo emparentado con el Vicente Verdú de Dejar de fumar y el de Karl Ove Knausgard, Hens sigue el hilo de la nicotina para relatar su vida y su visión del mundo. Para ello, como los citados autores, se sirve de un descaro y de una capacidad analítica que entusiasma al lector.



El humo de los cigarrillos desvela un padre autoritario, casado con una madre culta en la que tabaco y depresión van de la mano. Unos padres que envían a sus hijos a un internado católico en el que fumar es un acto rebelde e identitario. Un acto que en la adolescencia se conjuga con el amor y el sexo.



Aunque Hens afirma que "este libro no es un manual de autoayuda" es indudable que quien quiera dejar el hábito hará bien en leerlo con papel y lápiz. Aquí asistimos a la transformación de un joven endeble, con problemas respiratorios, en un adulto que ya no fuma y que es miembro del Club Alpino Alemán, capaz, además, de participar con buenas marcas en competiciones de triatlón.



Hens desenvuelve para el lector su personal manera de abandonar la costumbre de llenar sus pulmones con nicotina y otras peligrosas sustancias. Un trance complejo y difícil a pesar de lo que dijo Mark Twain: "Dejar de fumar es la cosa más fácil del mundo; yo lo he dejado cientos de veces".