Fuerzas insurgentes en el sitio de Baler, el 29 mayo de 1899
Hoy día no se puede escribir historia de manera inocente. Los hechos no son aquellas cosas que sucedieron y permanecen inalterables sino unos acontecimientos que, filtrados por el tiempo y la memoria, adquieren significados cambiantes en cada momento del presente. Un pequeño episodio en el contexto de la guerra del 98 que fácilmente hubiera podido pasar inadvertido en aquellos aciagos días rebosantes de avatares trascendentales, se convirtió al cabo de los años -bastante después, por cierto, en pleno franquismo- en un asunto que marcaría de modo indeleble nuestro modo de enfocar el fin del dominio colonial español.En 1945 se rodó la película Los últimos de Filipinas. Millones de españoles -los que tienen cierta edad- recuerdan el tema principal de su banda sonora, aquel lánguido Yo te diré… que potenciaba el sentido crepuscular del filme. El argumento: la heroica resistencia de un puñado de soldados españoles cercados en una iglesia por fuerzas incomparablemente más numerosas en la pequeña localidad de Baler (isla de Luzón, Filipinas). Aguantaron la friolera de 337 días (entre junio de 1898 y junio de 1899) en condiciones tan penosas que casi resultan inverosímiles. Lo hicieron además ignorando que dicha resistencia no tenía sentido, pues España ya había capitulado, renunciando a la soberanía de los territorios de Ultramar.
Cuando los autores de este libro reconstruyen de nuevo aquellos sucesos no tienen más remedio que aceptar como punto de partida el modo en que la sociedad española evoca aquel episodio. Pero al mismo tiempo tratan de ser lo más fieles posible a los hechos documentados. De ese designio contradictorio emerge un subtítulo que nos pone en la pista de su objetivo último: desentrañar mito y realidad del sitio de Baler.
Así, rastreando periódicos y archivos, utilizando nuevas fuentes documentales y hasta recogiendo testimonios de familiares de aquellos combatientes, Leiva y López de la Asunción acometen la titánica empresa de establecer casi día a día lo que pasó en aquellos escasos trescientos metros cuadrados -la humilde iglesia, el campanario- bajo un fuego inmisericorde y unas privaciones pavorosas (cf. cap. 15, "La llegada del hambre").
En el sitio de Baler pasó casi de todo. Hubo heroísmo y de-serciones, locura y mezquindad, enfermedades y proezas casi lunáticas, patriotismo y religiosidad. Hubo hasta ejecuciones sumarias, probablemente justificadas por las circunstancias extremas. Como reconocen los autores, no siempre es fácil reconstruir los detalles, porque los protagonistas callaron sobre algunas cuestiones.
Al final, se impone el tono encomiástico: "Si fuertes fueron los muros de la iglesia, más fuerte resultó el valor de aquellos héroes. Sus adversarios tuvieron la grandeza de reconocerlo. Dicen que aquella fue la última guerra entre caballeros" (p. 202). Al margen de las valoraciones, este libro constituye sin duda la investigación más sistemática y minuciosa sobre el dramático sitio de Baler. No pasen por alto la extensa parte final -más de cien páginas- que contiene una sucinta biografía de los protagonistas y documentos de carácter heterogéneo pero muy reveladores de las condiciones del asedio y las actitudes de aquellos hombres.