Hans Magnus Enzensberger

Traducción de Richard Gross. Malpaso. Barcelona, 2016. 141 páginas, 18,95 €

A los seis ensayos aparecidos ya en el Spiegel alemán, y a uno, dedicado a Von Humboldt, que escribió en 2009 para la revista de cultura y política Cicero, ha añadido Enzensberger (Kaufberen, 1929) trece piezas más, casi todas escritas en un deliberado tono menor, para componer este Panóptico, compuesto por, como reza el subtítulo, "veinte ensayos fulminantes". En el prólogo, el filósofo alemán reivindica la tradición de Montaigne, con sus "textos pequeños sobre temas gigantes" (y nunca al contrario). La ironía, el escepticismo y la originalidad en el enfoque son los otros rasgos sobresalientes de la compilación.



La estructura de los textos es flexible. Pese a su corta extensión, a menudo terminan bastante lejos de donde empezaron, lo que resulta en un desenfado muy grato para el lector. Microeconomía, problemas solubles e irresolubles, las trampas de la transparencia, la necesidad (o no) del sexo, la fotografía, el malestar de la cultura y hasta la viabilidad del sistema de pensiones, todo es tratado por Enzensberger con un saludable pesimismo paliado por el sentido del humor. Es también marca del versátil pensador alemán una escritura directa que, tras su aparente sencillez, se manifiesta siempre con una idea detrás.



Sobre un tema tan actual como el nacionalismo escribe Enzensberger uno de los mejores ensayos del libro: "Cómo inventar naciones desde el tintero". Sitúa el origen de las naciones en "un puñado de eruditos" que en torno a 1800 se sentaron frente a su escritorio "para averiguar lo que tenía que decir la llamada voz del pueblo". En alemán -idioma que hablaba la mayoría- se crearon vocablos como Zeitgeist (espíritu de la época) o Volkslied (canción popular). Arreció la fiebre por descifrar manuscritos antiguos, fábulas, proverbios o baladas. Aquella marcha triunfal de la filología desembocó en las xenofobias y genocidios que todos conocemos. Es imposible citar todos los textos. En "¿Es necesario el sexo, y en caso afirmativo, cómo practicarlo?", se ironiza sobre la posición central que tiene el sexo hoy, y relativiza el carácter novedoso de las "neosexualidades contemporáneas", ya presentes en el Antiguo Testamento.



Alguna construcción sintáctica imposible en la traducción de Richard Gross ("la pregunta de saber dónde queda lo positivo tiene una nada difícil respuesta", pag. 42; "con tal profecía Orwell se equivocó gravemente a sí mismo y a nosotros", pag. 43) no empaña el todo: un lúcido ramillete de textos escritos para lectores curiosos. Como esperábamos de Enzensberger, excelente.