David Le Breton
Este volumen es ante todo una fascinante indagación en la subjetividad contemporánea. Un certero análisis de la tentación de recular ante la dificultad de vivir y, en consecuencia, deshacerse de algún modo de uno mismo. Un libro que trata de explorar la intimidad, analizar cómo los condicionamientos sociales se mezclan con las emociones y estas nos arrojan a comportamientos de riesgo o de sufrimiento personal.Con cuarenta obras publicadas, David Le Breton (Le Mans, 1953) lleva años acreditado como uno de los miembros más distinguidos del selecto club de los grandes observadores de la sociedad contemporánea. A caballo entre la sociología y la antropología, este profesor de la Universidad de Estrasburgo y miembro del Instituto Universitario de Francia ha sabido encontrar y señalizar los mapas de las preocupaciones y las angustias que acechan en el imaginario personal y colectivo de los últimos treinta años.
Los editores de Siruela tuvieron el acierto de publicar en 2015 Elogio del caminar, un texto delicioso que entiende el hecho de andar como una apertura al mundo en la que el cuerpo -uno de sus temas recurrentes- cobra protagonismo en el esfuerzo por encontrarse con uno mismo. Caminar es para Le Breton introducirse en las sensaciones del mundo, es la experiencia de libertad narrada por Stevenson, Rousseau y tantos otros. Tras el éxito de Elogio del caminar, Siruela nos propone ahora lo último de Le Breton: Desaparecer de sí. Una tentación contemporánea.
En este volumen el autor retoma uno de los conceptos que marcan el desarrollo de su obra: el concepto de blancura (blancheur), un término que designa el deseo de desaparecer cuando se llega a la saturación, cuando la dificultad de ser uno mismo en un mundo controlado se torna angustiosa.
La blancura aparece cuando el deseo de transformar las cosas se torna imposible en una sociedad marcada por la velocidad, las apariencias y convencionalismos. La blancura "es un estado de ausencia de sí más o menos pronunciado, un cierto despedirse del propio yo, provocado por la dificultad de ser uno mismo".
Para Le Breton la blancura es un mal que en el presente siglo ha encontrado su mejor caldo de cultivo. Algo que mucha gente combate de forma consciente a través de la meditación, el senderismo, el yoga, la jardinería o cualquier otro formato de actividad evasiva. Y también algo que se apodera de la voluntad de las personas en formatos como la depresión, el alcoholismo, la drogadicción, el desdoblamiento de la personalidad o la enfermedad de Alzhéimer.
Desaparecer de sí, bien traducida por Hugo Castignani, se abre con un plano general en el que se presenta al lector la dificultad de ser uno mismo en un mundo en el que el placer de vivir se hace, a veces, muy difícil de encontrar. Vivimos en una sociedad en la que mientras las obligaciones morales se han atenuado, las psíquicas se han multiplicado. La persona emancipada es ahora capaz de hacer y deshacer en una autonomía personal que con frecuencia es ficticia. El individuo occidental dispone de un sí mismo situado en una sociedad desregulada. Una sociedad que le empuja a una renovación constante de habilidades sociales y de recursos internos en una carrera cuyas consecuencias son una fuente de angustia y deterioro de la identidad.
Tras situar el marco general en el que se mueve este libro, Le Breton focaliza a través de situaciones concretas la "desaparición de sí mismo". Apoyado en la literatura (Auster, Walser, Pessoa) y en sus investigaciones va recorriendo diversas maneras de "desaparecer". Comienza con el sueño, se adentra en la depresión y en las personalidades múltiples para acabar en el alzhéimer. Especialista en el análisis de la adolescencia problemática, el largo capítulo dedicado a las formas de desaparición de sí en la juventud es brillante en extremo.
Se cierra este volumen con un curioso capítulo dedicado a todos aquellos que no estando contentos con su modo de subsistir desean desaparecer en un intento de renovar sus vidas dando un nuevo sentido a su existencia, recomenzando en alguna parte. Deshacerse de la identidad antigua, organizar la propia desaparición es difícil, aun cuando en Internet se encuentren estratagemas para ello. Borrar el rastro.