Image: Atardecer en Waterloo

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Ensayo

Atardecer en Waterloo

Manuel Recio e Iñaki García

9 junio, 2017 02:00

Los Kinks en abril de 1967, año en el que lanzaron Something Else by The Kinks

Silex. Madrid, 2017. 783 páginas, 28 €

Que la historia de los Kinks presenta un interés más allá de su impacto en el mundo del rock se ve reflejado en el hecho de que un musical sobre su vida haya estado agotando las entradas en el West End londinense durante dos años consecutivos. Los Kinks no son solo un buen puñado de canciones de éxito y decenas más de culto. Tras ellos se esconde la historia de unos jóvenes nacidos en el aftermath de la II Guerra Mundial que consiguen triunfar artística y comercialmente en pleno Swinging London. La suya es también la batalla entre dos hermanos que en la cercanía se odian y desde la distancia se quieren. Es la historia de un cambio de generación, que se debate entre la modernidad inherente a la década de 1960 y los antiguos valores tradicionales británicos. La historia de los Kinks es a su vez la historia de un sonido, de un guitarrazo defectuoso que en 1964 dejó a todo el mundo electrificado, clavado en el suelo. Y es sobre todo la historia de un genio, Ray Davies, maestro en la composición de canciones pop, un formato al que ha conseguido, como ningún otro creador, dar carta de nobleza.

Rodrigo Fresán ha dicho de Ray Davies que es "uno de los grandes contadores de historias del siglo XX". A través de su cancionero, puede uno asomarse, cual voyeur, a una forma de vida aparentemente extinta, con sus grandes dramas familiares y sus pequeñas historias de amor. A Ray Davies le gusta retratar personajes retorcidos y patéticos, a los que coloca en situaciones de lo más irrisorias, siempre con una gran carga social y emocional. Sus canciones funcionan así como viñetas costumbristas, son a su vez una suerte de tira cómica de periódico dominical. Con ellas Davies ha construido su propio "Daviesland", un mundo atípico dentro de la historia del pop, que queda reflejado como nunca antes en este Atardecer en Waterloo, la imponente biografía de los Kinks que han facturado Manuel Recio (Salamanca, 1980) e Iñaki García (Barcelona, 1987).

Si durante la década de 1960, los Kinks se presentaron como la tercería vía válida al tándem Beatles-Rolling Stones, sorprende comprobar que ninguna de las obras canónicas escritas sobre el grupo (pienso en los ensayos firmados por los reconocidos Jon Savage, Johnny Rogan y Doug Hinman) se haya traducido al castellano. Más sorprendente es si cabe el ninguneo hecho a la autobiografía "no autorizada" de Ray Davies, X-Ray (1994), un texto a su vez altamente literario. Tan solo Kink (1996), la biografía cafre de Dave Davies, guitarrista del grupo (y hermano menor de Ray), y el estudio monográfico realizado por Andy Miller sobre el álbum The Village Green Preservation Society, se han publicado en España. De la producción patria mejor ni hablamos: tan solo un libro, aquella deficiente biografía (en realidad una guía para coleccionistas) que escribió Mikel Barsa en 1987 para la editorial Júcar. Así, si tan solo fuera por la cuestión idiomática, el trabajo de Recio y García ya sería digno de elogio, pues su biografía cubre un hueco inexplicable en este país tan (supuestamente) kinkófilo. Por fortuna su biografía va mucho más allá.

En Atardecer en Waterloo, Recio y García se han preocupado no solo de ordenar cronológicamente los datos históricos ya disponibles sino de casar los mismos con las distintas anécdotas vertidas por los miembros del grupo en las diversas biografías y entrevistas. Salvo Ray y Dave Davies (que no han querido participar) y Pete Quaife (el bajista original del grupo fallecido en 2010), todos los músicos que han pasado por las filas de los Kinks han sido contactados para la ocasión. Así, Recio y García han conseguido reconstruir no solo las giras sino los procesos de grabación de los discos más emblemáticos del grupo, en un trabajo de arqueología musical sin parangón.

Para colmo, el libro está excepcionalmente bien escrito. Late en cada página una clara vocación narrativa, casi literaria, una incesante pulsión por querer contar una historia válida tanto para el neófito como para el avezado seguidor de las correrías de los hermanos Davies. Recio y García consiguen así insuflar vida a cada momento crítico de la carrera de los Kinks, desde lo íntimo y familiar a lo creativo y social, contextualizando por el camino la importancia artística de sus grabaciones, conformando así una verdadera biografía en todos los sentidos. Para colmo, si ya como texto biográfico sobre un grupo de rock el trabajo resulta impecable, como obra firmada por dos españoles ofrece un bonus track impagable: cerca de cien páginas dedicadas a las visitas del grupo a España, en las que Recio y García consiguen levantar una crónica hasta ahora no contada.

Si Atardecer en Waterloo brilla en todos sus apartados se debe al hecho de que sus autores son, por encima de todo, fanáticos del grupo. El mimo con el que se trata cada página de esta biografía es incuestionable. El trabajo de campo se vislumbra a su vez riguroso y exhaustivo.

El secreto de su éxito está por tanto no solo en el dominio de la materia sino en el entusiasmo que transmite su trabajo, con el que no solo colman todas las expectativas imaginables sino que sientan un precedente dentro del periodismo musical de este país, siempre tan acomplejado a la hora de acometer obras de esta precisión y envergadura.