Retratos de época de Adam Smith y David Hume

Dennis C. Rasmussen publica en España El infiel y el profesor (Arpa), un recorrido por la amistad entre Adam Smith y David Hume, una de las relaciones más fructíferas de la historia de la filosofía.

Sostiene Dennis C. Rasmussen que la amistad entre David Hume y Adam Smith fue la mejor, la más pura de entre todas las amistades filosóficas de la historia de Occidente. ¿Sócrates y Platón? "Fueron más bien maestro y alumno, como Aristóteles y Platón", afirma. Y parecidas salvedades pone a otras, como a la de Locke y Newton ("se admiraban, pero nunca fueron amigos íntimos"), a las más bien relaciones románticas entre Hannah Arendt y Heidegger o entre Sartre y Simone de Beauvoir, o a otras amistades en las que la talla intelectual de uno de los componentes de la pareja era inferior a la del otro, como fue el caso de Montaigne y Etiénne de La Boétie, Engels y Marx o Hegel y Schelling. La amistad de Hume y Smith sí se acercaría, concede Rasmussen, a la de Erasmo y Tomás Moro, o a la de Thoreau y Emerson.



El infiel y el profesor (Arpa) abunda en las similitudes y diferencias entre ambos pensadores, pero sobre todo se esfuerza por fijar la importancia de sus respectivos legados. "Claro que son comparables. Uno es el filósofo más grande que ha escrito nunca en lengua inglesa (Hume) y el otro es el teórico más famoso de la sociedad comercial, o lo que ahora llamaríamos capitalismo (Smith). Por otra parte, es difícil separar el legado de ambos ya que sus puntos de vista son similares en muchos aspectos", explica Rasmussen a El Cultural. El ensayista, profesor de Teoría Política en la Universidad de Tufts (Massachusetts, EE. UU.), ya se había ocupado en otros libros de los dos filósofos, y siempre echó en falta, dice, un estudio de la influencia que su larga relación personal, que duró desde 1749 hasta la muerte de David Hume más de un cuarto de siglo después, tuvo en sus obras y en su pensamiento.



Hume (Edimburgo, 1711-1776) fue un gran autodidacta. "No hay nada que se pueda aprender de un catedrático que no se encuentre en los libros", escribió en una ocasión a un amigo. Su formación se hizo de letra impresa y de conversación, así que la amistad tuvo un papel crucial. En esto coincidía con Adam Smith. "La amistad era absolutamente central en sus vidas y también fue muy importante en sus escritos", comenta Rasmussen. Ambos además permanecieron solteros, por lo que sus amistades fueron los lazos más significativos que tuvieron (en el caso de Smith habría que añadir la estrecha relación que mantenía con su madre). Hume declaró que "la amistad es la principal fuente de alegría en la vida" y Smith proclamó que la estima y el afecto de los amigos es "la clave de la felicidad humana".



Sin padre y con madre devota

Adam Smith (Kirkcaldy, 1723-Edimburgo, 1790), como Hume, creció sin padre. Y, también como a Hume, lo crió una madre extremadamente devota. Estudió en Oxford y en Glasgow, en donde llegó a ser rector de la Universidad. La influencia de Hume en el pensamiento de Smith es evidente, explica Rasmussen, algo que no se observa en dirección contraria, pues, cuando se conocieron, Hume ya había escrito gran parte de sus obras, en todo caso las más importantes. Pero el autor aporta un matiz: "Aunque cuesta mucho encontrar alguna idea en La riqueza de las naciones o en La teoría de los sentimientos morales que no tenga precedentes en Hume, es igualmente difícil encontrar algo en lo que los dos coincidan plenamente".



Margaret Thatcher afirmó que llevaba siempre en su maletín un ejemplar de La riqueza de las naciones. Esta anécdota da una idea del carácter con que Smith ha pasado a la posteridad. Porque lo cierto, dice Rasmussen, es que su libro más famoso, "pese a su indudable importancia, no está ni entre los más leídos ni entre los más inteligibles que se hayan publicado". Y tampoco a Adam Smith le hizo brillar en exceso en vida.



Este es uno de los malentendidos que El infiel y el profesor trata de aclarar. Según su autor, "aún persisten caricaturas de ambos pensadores". La más evidente es la de Adam Smith como padre fundador del capitalismo. "Si habla con cualquier académico que trabaje en serio con Smith, le dirá que no fue el ideólogo libertario que a menudo se supone que es. Era un profesor de filosofía moral entre cuyos intereses intelectuales, y tenía muchos, estaba la economía política. Además reconoció, en un grado mayor que Hume, como una cuestión de hecho, una serie de posibles peligros y desventajas asociadas a la sociedad comercial".



Al mismo tiempo, continúa, Hume no deber ser reducido a filósofo y crítico enérgico de la religión: "Yo argumento que Smith está subestimado como filósofo y que Hume está subestimado como economista. Más aún, trato de demostrar que Smith también era bastante escéptico con respecto a la mayoría de las formas de devoción religiosa y que Hume era, en todo caso, un defensor del libre comercio más convencido que Smith".



Unas vidas entre amigos

En cuanto a su carácter, Hume, dice Rasmussen, "fue uno de los filósofos más bondadosos que jamás haya existido. Aunque su buen carácter no era irrompible, en general era abierto, amable y alegre, tanto que incluso aquellos que se escandalizaban por la naturaleza irreligiosa de sus escritos a menudo se desarmaban cuando lo conocían en persona. El temperamento de Smith era suave y sin pretensiones, pero tenía algo del carácter del profesor distraído. Tenía un aire más sombrío y la costumbre, algo molesta, de mascullar y sonreír para sí mismo. En general, era más reservado que Hume, aunque también tenía muchos amigos".



Al final del ensayo, se incluye la breve autobiografía de Hume titulada Mi vida en la que, junto a una generosa recopilación de agravios, el filósofo ofrece un retrato de sí mismo: "Soy (...) un hombre tranquilo, de temperamento apacible, abierto, sociable y risueño, capaz de crear vínculos afectivos, poco propenso a las hostilidades y de pasiones muy comedidas". Aunque la mejor muestra de su buen carácter, de esa bonhomía que le ha hecho pasar a la historia como uno de los filósofos más admirados y queridos, la da una emocionante carta de Adam Smith en la que cuenta cómo Hume afrontó la enfermedad que lo mató, corrigiendo nuevas ediciones, charlando con amigos, leyendo libros para entretenerse y jugando al whist, su juego favorito. "Estoy muriendo tan rápido como desearían mis enemigos, y con tanta serenidad y alegría como desearían mis amigos", cuenta Smith que le decía Hume.



@albertogordom