Ramón del Valle-Inclán
La obra de Ramón del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866-Santiago de Compostela, 1936) supone una de las cimas de nuestra literatura. Una que se niega a dejarse encerrar en la cripta reservada para las piezas clásicas de la cultura, donde duermen un sueño dorado. Su contenido sigue vigente. El adjetivo esperpéntico, que define una parte de su obra, resulta el más adecuado para caracterizar la situación política actual, sea en Estados Unidos o en Inglaterra. Un ilustre estudioso del autor gallego calificaba recientemente esas conductas esperpénticas de histriónicas. En fin, que la lectura de Valle resulta propicia para nuestro momento histórico, y su excelencia creativa invita a que trasformemos las emociones suscitadas por la página en reflexiones racionales, intelectuales.Otro aspecto esencial de la obra de Valle-Inclán la aproxima también al momento actual. Representa una etapa literaria cercana, donde el ser colectivo prevalece sobre el individuo. A la importancia del ser particular, de la conciencia individual, presente en la novela de Benito Pérez Galdós o de Emilia Pardo Bazán, le añade Valle el elemento colectivo, el nosotros. En su obra resuenan infinidad de voces, algunas de leyenda junto a las de vulgares borrachos, y en sus prosas hallan eco siempre las muchedumbres. No la masa, sino la colectividad, la multitud, compuesta de individuos. Y tras la sátira esperpéntica, que cuenta las dificultades de vivir en una sociedad injusta, asoma siempre el hombre.
La Biblioteca Castro completa con este volumen V de las Obras Completas de Valle-Inclán la publicación de su legado creativo. Los tres primeros volúmenes comprenden la obra narrativa, desde sus inicios, Femeninas (1895) y las Sonatas (1902-1905), hasta El ruedo ibérico (1927-1932). El tercero viene complementado con varios ensayos, entre ellos La lámpara maravillosa (1916), un texto esotérico, difícil, donde propone una interpretación atemporal del mundo. Esa perspectiva parece la apropiada para leer los tomos siguientes. Las obras dramáticas publicadas en el cuarto volumen, el primer momento caracterizado por Romance de lobos (1908), la segunda de las Comedias bárbaras, situadas en la Galicia rural de fines del siglo XIX, y los famosos esperpentos incluidos en el quinto, como Luces de bohemia (1920) y la trilogía Martes de carnaval (1930). Estos últimos ofrecen una visión totalmente deformada de la realidad. Es como si ésta se hubiera desquiciado, roto en cuadros expresionistas, espacialmente asimétricos. Los personajes se salen del escenario, no se ciñen a sus dimensiones.
La lectura de estos volúmenes deja al lector un recuerdo imborrable. La obra de Valle evoluciona y nos va cambiando. A quien lee los primeros volúmenes modernistas, le queda la impresión indeleble de que los personajes existen en la página impresa. La lengua poética de Valle crea a sus personajes acumulando analogías, que acaban convirtiéndose en metáforas. Sacuden la sensibilidad lectorial, y la belleza de los colores, de los sonidos evocados, nos llenan, ocupan cada rincón de nuestra sensibilidad. Después, a partir del cuarto volumen, cuando aparece el esperpentismo, el expresionismo, los personajes se dislocan. Como dije, no caben en el escenario que se nos propone. La genialidad descubierta por Velázquez, tan presente en Las meninas, donde cada una de las figuras ocupa su lugar, sin salir de su tamaño natural, en Valle va más allá, como en los cuadros de Picasso. Los personajes no se pueden representar según los cánones tradicionales, porque no caben. La sátira, la tragedia, el esperpento, exigen lo gestual, la exageración.La lecturda de estos tomos deja un recuerdo imborrable. La obra de Valle evoluciona y nos va cambiando
Este volumen se cierra con la poesía de Valle-Inclán, la parte más desatendida de su obra, aunque resulta coherente con su prosa modernista, especialmente los dos primeros libros, Aromas de leyenda (1907) y El pasajero (1920). La belleza del primer volumen, un canto a la Galicia evocada con tintes de leyenda, suena con la riqueza musical de la poesía y la prosa de su amigo y admirado Rubén Darío, el de Cantos de vida y esperanza (1905). Valle, como el propio Rubén, consiguió manejar los acentos, el ritmo de la prosa, mediante un exitoso tratamiento de la prosodia española. El pasajero, el segundo volumen de poesía escrito, muestra un cambio, se acerca a una lírica más tradicional, debido a un carácter autobiográfico muy sui generis, pues nunca sabemos qué separa lo certificable de lo imaginado.
La pipa de kif (1919), su último poemario, es el más personal y profundo. La voz poética se deshace de la orfebrería modernista, dejando que asome la verdad social, como ocurre también en la obra de Rubén Darío ("El fardo"). Manifiesta la evolución del autor que deja de lado el narcisismo del artista, y comienza a describir la España del conflicto, la que había conseguido desalojar a la liberal. Y lo hace con una fuerza expresiva extraordinaria, y vemos asomar las deformaciones que produce la cruel realidad en el ser humano, es decir, asoma el esperpentismo. Y esta obra será el preámbulo de toda la serie de esperpentos, que retratarán la deformación producida por la España autoritaria.
Los volúmenes de esta Obra completa de Valle-Inclán fueron editados por la profesora Santos Zas y su equipo con un impecable rigor filológico, manifiesto también en los estudios críticos preliminares. Suelo rehuir de las expresiones gastadas, pero no me queda otra. Es un lujo para el aficionado a la literatura contar con libros como este.
@GGullon