La familia Mann casi al completo, Katia y Thomas junto a sus hijos (de izquierda a derecha) Monika, Michael, EliSabeth, Klaus y Erika
El historiador y crítico Tilmann Lahme ofrece en Los Mann un nuevo y ampliado retrato del complejo clan familiar del reputado escritor alemán, para el cual se nutre de los diarios y de la correspondencia privada de sus miembros. Hablamos con él.
La última de las grandes biografías colectivas, escrita por el historiador de la literatura, crítico y periodista Tilmann Lahme (Erlangen, 1974), llega ahora a España. Los Mann (Navona), dice su autor a El Cultural, es el colofón a un trabajo de años durante los cuales se ha afanado por reunir, ordenar y seleccionar una cantidad ingente de cartas de la correspondencia privada de la familia. En 2013 fueron descubiertas unas 3.000 misivas en el archivo de Thomas Mann en Zúrich. Con ese material Lahme publicó en 2016 Die Briefe der Manns. EinFamilienporträt (S. Fischer), mucha de cuya información está en la base de la monumental biografía que ve la luz ahora.
El autor, exjefe de Cultura del Frankfurter Allgemeine Zeitung, cree que su libro aporta novedades muy significativas sobre la vida privada de los Mann. "Las cartas hacen que podamos vivir la familia Mann por dentro". Él mismo, dice, se sorprendió al comprobar qué volátiles eran sus reacciones, con qué velocidad pasaban del amor al odio y del respeto al desprecio y "cómo en medio de todo eso estuvo siempre presente la literatura". El biógrafo cita la obsesión que diferentes miembros de la familia tenían por influir en la imagen pública que tanto su padre como ellos mismos proyectaban. "Sobre todo Erika Mann, que era algo así como la jefa de Relaciones Públicas del clan. Impresiona comprobar la cantidad de leyendas e historias que difundió sobre su familia, y cómo la opinión pública se las creyó, sin más".¿No tardó demasiado en llegar la condena frontal de Mann a los nazis? Sí, llegó tarde, contesta Lahme"
Un Mann desconocido y privado
En el plano privado, y a consecuencia de la cercanía dada por las fuentes que utiliza Lahme, emerge un Thomas Mann distinto, más familiar, e incluso paternal, alguien que no termina de encajar con la imagen que teníamos del escritor. Aquí aparece por momentos el padre que se preocupa y alegra con las derrotas y las victorias de sus hijos. "La perspectiva que he utilizado hace aflorar a un Thomas Mann hasta ahora desconocido, a un esposo y padre que está desamparado sin su familia, que ni siquiera sabe dónde encontrar el dinero cuando tiene a la puerta al mensajero que le trae el traje del tinte", cuenta el autor. Las cartas cruzadas de la familia informan de escarceos amorosos, aventuras homosexuales -también del padre-, depresiones, caídas en las drogas, problemas de dinero, todo con una sinceridad por momentos desarmante, como si ellos mismos fueran conscientes de estar escribiendo una novela para el futuro. Klaus utiliza drogas para escribir, Erika para viajar. Michael, alcohólico, pide una y otra vez dinero a sus padres; el propio Thomas Mann toma pastillas "de la alegría" cuando ha de pronunciar una conferencia."Desde entonces, se comprometió de verdad, en la BBC y con Roosevelt. Y se convirtió en el representante de 'La otra Alemania'"
Hay un recuerdo que Reich-Ranicki recogió en varios textos autobiográficos y que da la medida del ascendente moral que Mann llegó a alcanzar como contrapeso de los nazis. El crítico, superviviente del Holocausto, recordaba lo que sintió al leer, en la clandestinidad de un apartamento de Berlín, la carta que Mann le envió en 1937 al decano de la Universidad de Bonn después de que éste le hubiera retirado su Honoris causa por su pérdida de la ciudadanía alemana. En esa carta Mann se manifestaba por primera vez en público contra el gobierno nazi. "Nos hizo felices", recordaba Reich-Ranicki, para quien la carta constituiría un apoyo moral hasta el final de la guerra.
La propia historia de Reich-Ranicki, deportado más tarde al gueto de Varsovia, del que sobrevivió por muy poco, arroja otro interrogante: ¿no tardó demasiado en llegar la condena frontal de Mann, en aquel tiempo el escritor más importante e internacionalmente reconocido de Alemania, a los nazis? "Sí, llegó tarde", contesta Lahme. "Mann ya advirtió sobre los nazis antes de que llegaran al poder, pero más tarde calló". Sus hijos le insistieron mucho para que condenara su gobierno y Erika llegó a amenazarlo con romper con él si no lo hacía. La carta de Bonn, quizás por llegar a destiempo, "tuvo poco efecto en la Alemania de su tiempo", dice Lahme. "Lo importante fue que, a partir de entonces, se comprometió de verdad, con sus discursos en la BBC o su entrevista con Roosevelt en la Casa Blanca, en contra de los nazis. Lo hizo hasta convertirse en el representante más importante de la otra Alemania, en ‘el rey del exilio', como lo llamó un escritor.
Ciudadanos del mundo
Justo ahí, sostiene Lahme, está la aportación más importante de Mann y de su familia a la Alemania que surgió tras la guerra. En su opinión, los Mann se convirtieron en el exilio en ciudadanos del mundo. "Esa ampliación de perspectivas se puede rastrear en las intervenciones públicas de Thomas Mann o en el compromiso de Golo Mann con la nueva Ostpolitik de Willy Brandt en la década de los sesenta y los setenta.Y es algo que se encuentra también en la literatura de todos ellos. Los Mann, así pues, mostraron a los alemanes cómo había que abrirse al mundo".@albertogordom