¿Cómo emergieron las lenguas?, ¿cómo se aprenden?, ¿cómo cambian y mueren?, ¿cómo se nos engaña manipulando la lengua? A éstas y otras preguntas lleva décadas dándole vueltas el sociolingüista Francisco Moreno (Mota del Cuervo, Cuenca, 1960), recientemente nombrado director del Instituto Cervantes de Chicago, que tras acercarse al mundo de la divulgación con libros como La maravillosa historia del español (Espasa, 2015), ahonda en esta vertiente didáctica con el documentado y ameno ensayo Tras Babel (Nobel). Una exploración del idioma que pretende "hacernos ver que, más allá de la gramática, existe una forma de ver la lengua muy pegada a la realidad, a nuestras necesidades cotidianas y a nuestra vida comunicativa en todos los niveles".
Pregunta. Su libro demuestra que el estudio del lenguaje está plagado de incógnitas, ¿qué certezas tenemos?
Respuesta. Las certezas son parciales. Hay aspectos, como el de la adquisición del lenguaje, que requieren mucha más investigación, en conexión además con otros campos, como el de la neurociencia. Hay aspectos, sin embargo, que están basados en conceptos de límites difusos, como los de lengua y dialecto, y que difícilmente se zafarán de sus incógnitas. El número de lenguas, por ejemplo, será siempre una incógnita, aunque no falten propuestas que tiran por la calle de en medio, como la de adjudicar a cada modalidad lingüística un código ISO.
P. Parte de la dificultad de estudiar el lenguaje responde a su característica de ente vivo, ¿cómo se regla algo en constante cambio?
R. La lengua no tiene que reglarse desde fuera para serlo. Las lenguas son sistemas complejos que se adaptan a unas necesidades comunicativas y a unos entornos, y lo hacen sin necesidad de que nadie dictamine cómo han de hacerlo. Las reglas y principios que intentan "ordenar" externamente la lengua responden a necesidades y criterios más sociales que propiamente lingüísticos.
P. Defiende desde el principio la importancia capital del ámbito social en el lenguaje, ¿dónde deja eso a la corriente chomskiana generativista?
R. La corriente chomskiana queda prácticamente relegada al ámbito del formalismo sintáctico y semántico, y no todos los gramáticos son formalistas. El lenguaje ni es algo innato ni responde a un mecanismo de adquisición prefabricado ni tiene la recursividad como característica definitoria. Existen interpretaciones cognitivas más generales y necesidades comunicativas primarias que se desarrollan en sociedades y entornos culturales concretos.
P. Pero, ¿hasta qué punto es determinante lo social, a qué aspectos del lenguaje afecta?
R. La sociedad, entendida de forma abstracta y genérica, afecta a todos los aspectos del lenguaje. Evidentemente, esa dimensión social interactúa con una dimensión biológica, aunque aún nos queda mucho por saber de la una y de la otra.
"La lengua contribuye de modo decisivo a nuestra concepción del mundo, a la forma de interpretarlo"
P. Todas las culturas del presente y de la historia han destacado la importancia del lenguaje, ¿cuál es su papel en nuestra manera de entender la realidad?
R. La lengua contribuye de modo decisivo a nuestra concepción del mundo, a la forma de percibirlo, ordenarlo e interpretarlo. Pensemos en los nombres para la expresión de los parentescos, por ejemplo, o para la identificación de actividades intelectuales. Ahora bien, el hecho de que una lengua no tenga una palabra para identificar a los primos no supone necesariamente que sus hablantes no sepan quiénes son los hijos de sus tíos. La realidad puede verbalizarse de múltiples modos.
Pero a pesar de esa pluralidad hay ciertos debates o dudas constantes que se dan en todos los idiomas y se suceden a lo largo de las épocas. Uno de ellos es, por ejemplo, la percepción de empobrecimiento que tienen los hablantes, que Moreno considera algo inherente a la evolución de los lenguajes que no debe preocuparnos más que a nuestros ancestros. "Las lenguas solo se empobrecen cuando no se usan y cuando dejan de ser útiles para una pluralidad de fines comunicativos", explica. "Es cierto que puede perderse cierto léxico, como el de la agricultura tradicional, pero también es cierto que llegan nuevas remesas, como la del léxico de la informática".
P. Sin embargo, las lenguas también mueren. ¿Por qué se produce este fenómeno?
R. Las lenguas mueren por la falta de uso y esta puede deberse a distintos factores, como el desplazamiento por parte de lenguas de mayor empuje socioeconómico. El número de lenguas en peligro de extinción se cuenta por miles, según los cálculos de la UNESCO y la mitad de las lenguas del mundo pueden desaparecer en cuestión de 50 años. La mejor manera de proteger una lengua es darles a sus hablantes motivos y medios para utilizarlas.
P. Habla también del importante papel de la traducción, ¿es posible traducirlo todo?
R. Los hechos nos dicen que es posible traducirlo "casi" todo. Ya saben lo que decía Aristóteles: lo acaecido es evidentemente posible. Cosa diferente es la forma y la calidad de las traducciones. El futuro se nos presenta invadido de máquinas capaces de traducir, pero siempre habrá un espacio para la traducción humana.
P. Otro debate es el de si el lenguaje es capaz de cambiar la realidad, como pretende, por ejemplo, el lenguaje inclusivo.
R. La cuestión del lenguaje inclusivo es peliaguda porque no se soluciona afirmando con vigor que el género masculino es el género no marcado. La inclusividad no solo afecta al género o al léxico, afecta a los discursos, a las estrategias comunicativas. En este terreno, aún nos queda mucho por recorrer. La clave, sin duda, está en un cambio de paradigma social que ha de llegar a través de la educación, pero la lengua también ayuda a la consolidación de un paradigma de igualdad. Los hablantes deben ser conscientes de ello y hacerlo suyo; en caso contrario, pueden pensar que las tácticas inclusivistas son parte del registro propio de los políticos y los activistas únicamente. Este es el riesgo actual con el lenguaje inclusivo que fomentan ciertos grupos activistas, que es tan extremo y exagerado, que la gente no lo incorpora en su habla cotidiana.
"Los Institutos Cervantes deben presentar una imagen digna y cualificada de las comunidades hispanohablantes"
Moreno reconoce que es complicado, por un lado que el lenguaje político, teñido en ocasiones de nacionalismo o populismo, cale con profundidad en el tiempo, y, por otro, sustraerse a él completamente. "El hecho de que haya corrientes ideológicas y políticas dominantes puede influir, pero no es tan fácil que estos criterios circunstanciales acaben afectando a la lengua en general. Muchas veces lo que se produce es un registro específico de los políticos que a la gente le resulta ajeno y no lo hace suyo", explica.
Una realidad que el sociolingüista conoce bien tras haber dirigido desde 2013 el Observatorio de la lengua española y las culturas hispánicas en Estados Unidos, donde se ha enfrentado a la ofensiva de Trump contra los peligros de la inmigración hispana, cuya defensa le valió este mismo año la concesión del Premio Don Quijote de Periodismo por defender el español en su artículo "La represión lingüística del español en Estados Unidos", publicado en The New York Times. "Los Estados Unidos son un continente amplio y diverso donde junto a la intelectualidad más sofisticada convive una población fácilmente influenciable, que se deja llevar por corrientes como el creacionismo o el supremacismo", opina Moreno. "Los centros del Instituto Cervantes en los Estados Unidos tienen una importante misión que cumplir, presentando una imagen digna y cualificada de las comunidades hispanohablantes".
P. Cada vez vemos el lenguaje más sometido al servicio de publicidad, propaganda y las llamadas noticias falsas, ¿cómo es posible evitar estas injerencias?
R. La única manera de darse cuenta de cómo uno puede ser manipulado y empujado a esas trampas semánticas es tener una capacidad de reflexión sobre la propia lengua que se adquiere a través de la educación, la cultura y la información. Lo que necesitamos son ciudadanos cultos y bien formados, y así será más complicado influir en sus pensamientos. Desde luego no soy ingenuo, esto no hará que desaparezcan los intentos de manipulación y las noticias tendenciosas, pero igual que se forma a la gente, habría que buscar maneras, por ahora utópicas, de erradicar esos canales falaces.
P. Hoy en día, y con ciertas reservas, el inglés es considerado la lengua global, ¿lo es realmente? ¿Es aconsejable la existencia de algo así o es empobrecedor?
R. La maldición de Babel responde a un mito que ya es hora de desterrar. No creo en las lenguas globales, el mundo ama demasiado la diversidad como para arrojarse en brazos de una sola lengua. Sí creo en las lenguas nodales, esas que hacen posible la comunicación en determinadas regiones, profesiones o entornos. Entre ellas, sin duda, la de más amplio alcance el inglés; pero también, y debemos tenerlo presente, cuenta como tal el español.