Luis García Montero (Granada, 1958) construye este libro en torno a una serie de reflexiones sobre once palabras que considera importante rehabilitar y rescatar del desgaste al que las ha sometido el uso social. Y traza una autobiografía ética y estética sobre esas palabras. Una de ellas, “verdad”, alguna vez escrita con mayúscula, “Verdad”, eco de la voz de Antonio Machado, recorre todas sus páginas.
La estructura argumental surge de la relectura de A favor o en contra de la bomba atómica de Elsa Morante, a partir de la que García Montero se refleja en el poeta que, en un entorno hostil, apuesta por el pensamiento y la belleza, convirtiendo la poesía en un espacio de resistencia. Y aborda esa resistencia en un amplio capítulo titulado “Palabras en el cubo de la basura”, donde rescata once de ellas, “Verdad”, “Soledad”, “Identidad”, “Realidad”, “Bondad”, “Progreso”, “Tiempo”, “Política”, “Conciencia”, “Lectura”, “Amor”, que entrelaza con once de sus poemas, que dejan ver cómo las siente y cómo las ha vivido.
Junto a ellas apunta la necesidad de limpiar, a través de la verdad, la política (“la palabra más sucia y más necesaria”); el acoso del consumismo neoliberal que, desde las redes sociales, busca cambiar nuestra condición de receptores por la de consumidores; los grandes cambios producidos a partir de los años 60 como resultado de la integración paulatina de la sociedad española en el capitalismo avanzado europeo y, una de sus consecuencias, la desconexión de la juventud española actual de aquel sentido de responsabilidad histórica con el que cargaron muchas de las generaciones anteriores, son ideas fundamentales que repite y que constituyen lo más valioso de esta lectura. También el desarrollo de las ideas políticas del autor en una España que pasó de la dictadura a la democracia, su renuncia a parte de ellas y su refugio en lo personal, siempre con la esperanza de que se puede vivir en un mundo mejor en el que las palabras no sean de usar y tirar.
El tercer capítulo, “Explico algunas de mis cosas”, desglosa esa autobiografía en la que se funden ética y estética, donde poesía es igual a verdad en una vida vinculada a Granada, a Lorca y a los libros. Palabras del poeta: “Soy de otra época, tengo que reconocerlo. A lo largo de los años me acostumbré a ir de la vida a los libros y de los libros a la vida”. Por eso su biografía es la de un gran lector, descubridor desde niño de poetas como Lorca, Alberti, Gil de Biedma, Ángel González, Jorge Luis Borges o Gerardo Diego.
El capítulo cuarto, “Diálogos con Juan de Mairena”, reivindica el compromiso del autor “como catedrático de filología, como poeta y como ciudadano”con una manera de pensar la política aprendida de Antonio Machado. Y tres páginas cierran el libro, “Unas pocas palabras verdaderas”, nueva polifonía machadiana, que conforman el epílogo.
Gran parte de la coherencia del libro tiene que ver con la condición de profesor de García Montero que, unida a su vocación de poeta, explica páginas como las que dedica a la metáfora, o las que escribe sobre la cultura popular y lo llevan a reflexionar sobre los riesgos de la posverdad. Destaca la generosidad del autor al compartir con quien lo lee cuáles son los libros en los que se asienta un pensamiento siempre esperanzado. Las palabras rotas es un libro auténtico que exige una lectura demorada.