En 1942, un incendio en una sala de fiestas de Boston mató a 492 personas. Para tratar las secuelas psicológicas de los supervivientes y los familiares de las víctimas, se inventó la terapia de crisis. Los especialistas han identificado una docena de factores que influyen en la resolución de este tipo de problemas personales a menudo paralizantes, como la identificación de la crisis, la toma de responsabilidad, la obtención de ayuda, la paciencia, la fortaleza del ego o la flexibilidad. El conocido ensayista Jared Diamond (Boston, 1937) ha establecido un paralelismo entre las crisis personales y aquellas que afectan a naciones enteras y como resultado de ello publica el libro Crisis. Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos (editorial Debate).
Diamond, con una ecléctica carrera académica que comenzó en la fisiología y después transitó por la biología evolutiva para recalar finalmente en la geografía, lleva décadas escribiendo libros que explican la evolución humana con una lente gran angular, como el que le valió un Premio Pulitzer en 1998, Armas, gérmenes y acero, que resumía 13.000 años de historia en un solo volumen, o Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. En su nuevo libro, Diamond hace un estudio comparativo de siete países a la luz de esos 12 puntos empleados por la psicoterapia para la resolución de crisis: la Finlandia que consiguió mantener su independencia frente a la Unión Soviética; la modernización de Japón durante la era Meiji; la evolución de Chile desde Allende hasta hoy, pasando por la dictadura de Pinochet; la sangrienta historia reciente de Indonesia; la reconstrucción de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial; la redefinición de la identidad nacional de Australia a partir de los años sesenta; y las crisis actuales a las que se enfrenta Estados Unidos. Finalmente, el profesor de la Universidad de California en Los Ángeles aborda los problemas más importantes a los que debe enfrentarse el mundo en su conjunto en las próximas décadas. Un tema que también tratará este miércoles en el Foro Telos, de la Fundación Telefónica, con una conferencia titulada Futuro 2050.
Pregunta. ¿Es Crisis un libro de autoayuda para países?
Respuesta. Algunos críticos han titulado sus reseñas del libro como “La autoayuda de Jared Diamond” o “Jared Diamond, el loquero de países”, pero yo no lo veo así. Escribí el libro porque el tema me interesa, y pensé que entender las crisis puede ser útil tanto para la gente como para los países.
P. Usted aporta una lista de 12 factores que inciden en la resolución de una crisis nacional. ¿En qué puntos está fallando el conflicto entre Cataluña y el resto de España?
R. Lo primero que debo decir es que conozco la situación solo por los periódicos, no de primera mano. Lo que me llama la atención es que España no es el único país del mundo con problemas de separatismo, pero me da la impresión de que España no ha aprendido de otros países con problemas similares cómo resolver el problema catalán. El caso más parecido es quizá el de Canadá con Quebec, porque Quebec es grande y rica, igual que Cataluña. El gobierno de Canadá ha hecho esfuerzos evidentes para solucionar el problema. Si en cualquier parte del país llamas a cualquier oficina gubernamental, te pueden atender en inglés o en francés. Es como si en Andalucía llamases a un organismo oficial y tuvieses la oportunidad de que te atendieran en catalán. Creo que sería fácil para España evitar a los políticos catalanes y dirigirse directamente al pueblo catalán, demostrarle que España acoge con los brazos abiertos a Cataluña, pero no está pasando.
P. En su lista de factores que favorecen la resolución de una crisis, equipara la fortaleza de ego de los individuos con la identidad nacional de los países. ¿No cree que el nacionalismo puede ser un arma de doble filo a la hora de resolver crisis nacionales?
R. Eso es muy cierto, es una excelente observación. Hoy mucha gente dice que el nacionalismo es muy malo, pero no es así. Puede ser bueno o malo. De los 47 millones de españoles, tú solo conoces personalmente a mil, por ejemplo. Pero el nacionalismo te hace identificarte con los demás españoles. Si te cruzas con ellos en la calle, no les agredes ni ellos a ti, porque compartís el hecho de ser españoles. Ese es un nacionalismo bueno. Cuando se vuelve malo es cuando, por ejemplo, en la Alemania de los años 30, se miraba por encima del hombro a checos o polacos. Ahora en algunos países, como en Hungría, parece que está volviendo ese tipo de nacionalismo. En el tema catalán, yo diría que hay un problema de exceso de nacionalismo.
"Estoy seguro de que Kim Jong-un desea la destrucción de Occidente, y sus deseos se están haciendo realidad por las políticas de nuestro estupidísimo presidente"
P. Mañana participa en el Foro Telos con una conferencia titulada Futuro 2050. ¿Cómo será el mundo entonces?
R. No lo sabemos. Depende de las decisiones que tomemos, de a quién votemos en cada país y de las políticas a nivel global. Muchos países se comportan de manera egoísta. Por ejemplo —lo digo con todo el respeto—, en España coméis muchísimo pescado y tenéis una flota pesquera que, como la de Portugal y otros países de Europa, va por todo el mundo pescando a menudo sin permiso. Eso es malo para los caladeros de otros países. Además estos son una riqueza mundial y la única manera de mantener esos bancos de peces es gestionándolos de manera global, y no se está haciendo.
P. Precisamente el agotamiento de los recursos naturales es según usted uno de los cuatro problemas fundamentales del mundo, junto con la amenaza nuclear, el cambio climático y la desigualdad. ¿Qué países están más comprometidos con la búsqueda de soluciones a estos desafíos?
R. Algunos países están haciéndolo bien, como los europeos occidentales en general, y especialmente Países Bajos, Alemania y los países escandinavos. De los que están siendo más egoístas destaca Japón, un país rico e industrializado que a lo largo de su historia ha tratado de acaparar los recursos mundiales en vez de gestionarlos con una visión global. China también lo está haciendo peor que Europa, aunque está empezando a despertar a la realidad, sobre todo porque los problemas derivados del cambio climático le están afectando mucho, y también a la India. Y Estados Unidos con Trump lo está haciendo fatal.
P. ¿Qué opina de la retirada de Estados Unidos del acuerdo de París sobre el cambio climático?
R. Estoy seguro de que el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, desea la destrucción de Occidente, y sus deseos se están haciendo realidad por las políticas de nuestro estupidísimo presidente.
P. Dice en su libro que para conseguir la igualdad en el mundo es imposible que los países más pobres se pongan al nivel del consumo de los países más ricos, sino que estos tendrían que moderar su estilo de vida, algo, como dice usted, innegociable para los estadounidenses. ¿Qué hace falta para convencerles?
R. Es una pregunta muy importante. Primero debemos distinguir entre calidad de vida y tasa de consumo. En Estados Unidos teníamos un coche llamado Humvee que consumía un galón de gasolina cada 6 millas [39 litros cada 100 km, aprox.]. ¿Acaso conducir un Humvee te da una mayor calidad de vida? ¿Implica que vivirás más tiempo, que tendrás una mejor educación para tus hijos? No. Es un ejemplo de consumo que no produce beneficio alguno en cuanto a calidad de vida. Para mí, Europa occidental es un ejemplo muy bueno. Las tasas de consumo de agua, combustible, etc., son más bajas que en Estados Unidos, pero su calidad de vida es mayor. Vivís más que nosotros, con más salud, una mejor asistencia sanitaria, un mayor apoyo cuando os hacéis mayores, y una mejor educación pública que la nuestra. Esto ilustra que se puede reducir las tasas de consumo y al mismo tiempo mejorar la calidad de vida. Es lo que ha hecho Europa occidental y lo que Estados Unidos y el resto del mundo necesitan hacer.
P. Dice que los problemas del mundo y la búsqueda de soluciones son como dos caballos compitiendo en una carrera. Al principio iban despacio pero cada vez galopan más rápido y que en las próximas décadas sabremos quién ganará la carrera. ¿Estamos por tanto en la época más decisiva para el destino de la humanidad?
R. Sí, por supuesto. En el pasado, antes de la globalización, no era posible destruir todo el mundo. Cuando civilizaciones avanzadas como los mayas colapsaron, nadie se enteró en otras partes del mundo. Mientras que ahora, por primera vez, existe la posibilidad de que el mundo entero colapse a la vez. De modo que sí, el siglo XXI va a ser el más crucial en la historia de la humanidad.
"El cambio climático puede matarnos a todos en 100 años, pero la amenaza nuclear nos podría matar a todos en tres semanas"
P. ¿En ese futuro de la humanidad le preocupan otros asuntos muy discutidos ahora como la inteligencia artificial, el big data o el futuro del empleo?
R. Esos son asuntos de importancia secundaria. Si sobrevivimos hasta 2050, entonces tendremos tiempo de sobra para preocuparnos de todo eso. Ahora mismo son bagatelas.
P. ¿Cuál de los siete países que analiza es un mayor ejemplo de inspiración para otros países?
R. Todos lo son, pero particularmente me gusta Finlandia, porque tuvo éxito contra todo pronóstico. Con una población de solo 6 millones de personas, consiguió mantener su independencia frente a un país inmenso, la Unión Soviética, con 170 millones de habitantes. Finlandia aprendió que nadie les iba a proteger de la URSS y que estaba obligada a tener buenas relaciones con los rusos, y ahora los dirigentes finlandeses hablan constantemente con los rusos, por tanto estos se fían de Finlandia. Además los finlandeses han sabido anticipar las crisis en el pasado y lo siguen haciendo. Tengo un amigo que trabaja en un comité gubernamental que se reúne todos los meses para estudiar las crisis que podrían producirse en el futuro y cómo reaccionar a ellas. También la creación de la Unión Europea responde a ese objetivo de anticiparse a los problemas. Cuando surgió la idea de la unión, en los años 50, no fue porque se hubiera declarado una tercera guerra mundial, sino porque quería evitarse que algo tan horroroso pudiera repetirse.
P. Usted antepone la amenaza nuclear al cambio climático en la lista de los peligros que acechan al mundo. ¿Cree que con el fin de la Guerra Fría nos olvidamos de que ese peligro sigue existiendo?
R. La amenaza nuclear es el mayor problema actual del mundo porque es lo que puede matar a más gente en menos tiempo. El cambio climático puede matarnos a todos en 100 años, pero la amenaza nuclear nos podría matar a todos en tres semanas. Si India y Pakistán entran en guerra, podrían usar todas las bombas nucleares que quisieran para matarse entre ellos. Morirían mil millones de personas y en España y EE. UU. diríamos “¡Qué pena!... Pero no nos afecta”. Eso no es cierto, porque esas bombas producirían un invierno nuclear que afectaría a la atmósfera de todos los países y nos acabaría matando. Existe el riesgo de Corea del Norte, de Irán. Además, durante la Guerra Fría, tras la crisis de los misiles de Cuba, Estados Unidos y la URSS aprendieron a mantener un diálogo constante, pero ahora no. Paradójicamente, el riesgo de una guerra nuclear entre EE. UU. y Rusia es ahora mayor que en 1989. Por todo eso la amenaza nuclear ocupa el primer lugar en mi lista.
P. Los libros que escribe usted, como los de Yuval Noah Harari o Steven Pinker, tienen mucho éxito. ¿Cree que hoy la gente necesita que le expliquen el mundo con un enfoque global?
R. Por supuesto. Hace 60 años, para un estadounidense Afganistán era un país perdido en el centro de Asia. ¿A quién le importaba? Pero hoy EE. UU. tiene tropas en Afganistán. Esto ilustra que, con la globalización, cada país necesita saber qué pasa en el resto de países. Es fundamental que todos nos eduquemos en comprender el mundo actual en su conjunto.