Acompañando a Simone de Beauvoir
Sami Naïr revisa la obra de una escritora trascendental en la intelectualidad que forjó el pensamiento de la modernidad.
4 diciembre, 2019 01:44Enfrentarse a la vida y obra de Simone de Beauvoir (1908-1986) es una tarea poliédrica, abrumadora. Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 1946), acota con inteligencia el territorio, y aprovecha su conocimiento de las convulsiones de la historia para hablarnos de los combates que libró la autora de El segundo sexo. Filósofo y politólogo, Naïr fue amigo de Beauvoir y compañero en el comité directivo de la revista Les Temps Modernes, que ella capitaneó en solitario a partir de 1979. Pese a esa cercanía, el autor se mantiene en un plano testimonial y ensayístico, sin pretender un lucimiento personal. La inserción de una entrevista del propio Naïr a la escritora, con motivo del cuadragésimo aniversario de Les Temps Modernes, añade interés a la obra.
En el prólogo de Acompañando a Simone de Beauvoir, Naïr afirma que su libro no es una “biografía intelectual” y matiza que deja de lado toda una dimensión de la vida privada de Beauvoir: “el relato de sus relaciones contingentes y de sus amores con otras personas, además de Sartre…”. Las relaciones contradictorias y polémicas entre Simone y Jean Paul Sartre, Nestor Algren, o entre las otras amistades íntimas, fueron saliendo a la luz en documentos epistolares, y tratadas por Hazel Rowley en Sartre y Beauvoir. La historia de una pareja (2006).
La profundización del compromiso de Beauvoir, con sus polémicas y contradicciones, hace apasionante esta obra
No es cotilleo literario lo que se plantea Naïr, y cumple lo que promete: poner de relieve los ejes fundamentales de la visión del mundo de Beauvoir y subrayar algunos temas significativos de su pensamiento crítico. El profesor Naïr revisa la obra de una escritora trascendental en la intelectualidad que forjó el pensamiento de la modernidad.
Naïr es un pensador político y social, y esa es la dimensión en la que enfoca el retrato de una Beauvoir combatiente en todas las luchas del siglo XX. En uno de los capítulos, evoca cómo la pareja formada por Sartre-Beauvoir tomó posiciones públicas en los debates de su tiempo: “su participación en el tribunal Russell, dirigido por Sartre, que condenó los bombardeos estadounidenses en Vietnam”, “el apoyo a los Panteras Negras y a los movimientos de lucha por los derechos civiles en Estados Unidos”, “la batalla, en Francia, por el aborto”, “el compromiso, tras la guerra de Argelia, con los inmigrantes en pos del reconocimiento de sus derechos civiles”. El texto recuerda a la mítica pareja manifestándose con los inmigrantes, para acabar detenidos en la comisaria.
Naïr reconoce la imposibilidad de resumir una obra tan extensa, y opta por “detenerse al azar en algunos de los temas que la vertebran”. Condensado, pero rico, el capítulo de la “revolución de El segundo sexo”. Simone nunca había tenido sentimientos de inferioridad por ser mujer, aunque era consciente de que su educación había sido diferente. Dicha observación la llevó a una revelación: “Este mundo era un mundo masculino, mi infancia estaba alimentada de mitos forjados por hombres y en absoluto había reaccionado de la misma forma que si hubiera sido un chico. Me interesó tanto que abandoné el proyecto de una confesión personal para ocuparme de la condición femenina en su generalidad”. Desde su publicación en 1949, El segundo sexo se convirtió en un manifiesto mundial para la emancipación de la mujer, dirá Sami Naïr.
El autor pone el acento en el anticolonialismo de Beauvoir y manifiesta que su postura ante la guerra de Argelia fue de una claridad meridiana: “Comparte con Sartre la denuncia de la Ocupación francesa, el rechazo a considerar que la minoría francesa tenga legitimidad alguna para reivindicar un estatus de superioridad sobre los argelinos”. El de Simone es “un compromiso con y dentro de la comunidad humana”, reflexiona Naïr. Y es la profundización sobre ese compromiso, con sus polémicas y contradicciones, la que hace apasionantes estas páginas. Muchas de aquellas apuestas emancipadoras arrojan claridad a debates que hoy parecen rebrotar en las llamadas sociedades avanzadas.