En el año 2000 su debut, Dientes blancos, la catapultó a la fama con tan sólo 24 años. Desde entonces, su ironía bienhumorada, su agudeza a la hora de analizar la sociedad, especialmente los contrastes entre Europa y Estados Unidos, y la soltura y naturalidad íntima de su estilo han hecho de Zadie Smith (Londres, 1975) una de las escritoras británicas más celebradas en los últimos años. A caballo entre Nueva York, donde vive buena parte del año e imparte clases de Escritura Creativa, y Londres, su refugio tras desatarse la pandemia y donde se halla ahora viviendo el nuevo confinamiento decretado en Reino Unido, publicó en noviembre Contemplaciones, un hermoso e íntimo fresco de pequeños ensayos escritos durante la pandemia que revelan sensaciones, sentimientos, pensamientos, emociones y varias quejas contra ciertos virus que no siempre son esos bichos microscópicos.
Estos días llega a España con otro volumen de ensayos, Con total libertad, una ecléctica recopilación de sus mejores piezas de los últimos años que versan sobre todas las facetas de la cultura y la libertad artística y también sobre los temas más acuciantes de la política y la actualidad, tratados siempre desde su perspectiva original y sensible a los grandes cambios que viven nuestras sociedades.
Pregunta. El Reino Unido vuelve a confinarse de nuevo, ¿es más fácil una segunda vez?
Respuesta. Creo que sí. Puedes acostumbrarte a cualquier cosa, y ahora estoy acostumbrada a la cancelación del futuro y a no tener planes. Algo de eso es bueno y algo preocupante. Me resulta extraño poner las noticias y ver "1.564 muertos hoy", como acabo de hacer, y de alguna manera sentir menos conmoción y miedo que en marzo. Es un aspecto deprimente del carácter humano: la capacidad de habituarse. Solía interrogar a mi padre sobre el Blitz y él lo describía como si no hubiera nada remotamente dramático. Era su realidad y estaba habituado. El desafío es retener el horror y la ira porque esas son las respuestas legítimas a nuestra situación actual.
"El ser humano tiene la deprimente capacidad de habituarse a todo. El desafío es retener el horror y la ira, respuestas legítimas a nuestra situación actual"
P. En Con total libertad destaca su reivindicación de todo tipo de cultura, desde la gran literatura hasta las bibliotecas de barrio. ¿Por qué es tan importante para usted?
R. Para mí es la vida. Me considero una persona limitada y ahí es donde está mi sentido del placer, mi razón de vivir. No sé por qué, he sido así desde que era niña. Quizás encuentro la realidad en sí misma abrumadora, no lo sé. Es cierto que nueve de cada diez veces prefiero leer sobre una puesta de sol o mirar una representación visual de una que verla. No creo que eso sea una virtud, es sólo mi forma de ser.
El valor de la lectura
P. En este recorrido cultural destaca su amor por la música, en concreto el hip-hop. ¿Cree que es más fácil que en ella se alcen las voces de la clase trabajadora que en otros campos como la literatura o el arte?
R. No creo que sea una cuestión de opinión, evidentemente es el caso. Esa es una de las razones por las que amo el hip-hop, pero mentiría si dijera que es la principal. Amo su genio verbal, su actitud, su interminable metamorfosis creativa. Cuando entrevisté a Jay Z y hablamos sobre la historia del hip-hop, nos dimos cuenta de que la cosa es el ritmo. O encuentras los patrones de batería sincopados absolutamente irresistibles o no. Los historiadores y antropólogos podrían rastrear este afecto por el ritmo puro hasta África, y a mí también me gusta pensarlo de esa manera.
P. No deja de lado tampoco los temas políticos y se posiciona en contra del Brexit y Trump. ¿Cinco años después, cuál es el balance?
R. No creo que, en los círculos literarios, posicionarse frente al expresidente realmente cuente como una posición política, ¿verdad? No glorificaría mis sentimientos sobre el él con el término “posición”. Tengo opiniones políticas sobre las diferencias entre el marxismo, la socialdemocracia y el liberalismo, por ejemplo, pero sobre ese hombre solo tengo sentimientos de repulsión. No quiero pensar en él ni un segundo más de mi existencia. Cuatro años 24/7 fueron suficientes. En cuanto al Brexit, estoy tratando de describir una serie de emociones políticas en el país, analizarlas y comprenderlas. Yo no voté a favor, pero mi trabajo como escritora no es pontificar sobre mis opiniones, que no son particularmente inusuales o interesantes, sino tratar de comprender por qué la gente se siente así.
“Con los ensayos de 'Contemplaciones' quería reivindicar, en un contexto de pandemia, el valor de la lectura y las reflexiones como alternativa al pensamiento de las plataformas”
P. "La escritura es siempre resistencia. Tal vez por eso sea una actividad noble y a veces incluso útil", afirma en Contemplaciones. ¿En qué sentido estos ensayos pueden promover un cambio social?
R. No instruyo a la gente sobre la utilidad de mi escritura. Ser lector es una actividad, no una identidad. Nos encontramos en el texto. Cuando escribí Contemplaciones, esperaba dos cosas bastante simples. En primer lugar, ganar dinero para varias ONGs. Y después, crear un espacio verbal en el que la mente que se comunicaba con esas páginas pudiera moverse a una velocidad diferente y de una manera diferente a como lo hace en las redes y el mundo de las plataformas. Reivindicar, en aquel contexto de encierro y sobreinformación dramática, el valor de la lectura y de las reflexiones. En mis momentos más idealistas, creo que con esta forma alternativa de pensar sí podría llegar un cambio social. La buena noticia es que mi ensayo no es el único libro del mundo. Hay alrededor de un billón, algunos con más de 2.000 años, que brindan el mismo servicio, así que estoy en muy buena compañía.
P. En estos ensayos ofrece retazos de su vida, sus dudas, sus deseos… ¿Por qué esta exposición?
R. No oculto nada. Aquí están mis privilegios, mis errores, mis miedos, mis insuficiencias… Sentí que era imposible escribir sobre emociones tan compartidas y banales sin poner un poco de mi propia piel en juego. No hay nada excepcional en mis reacciones a la pandemia, sólo quería grabarlos de manera clara y honesta y dejar espacio en cada oración para que las personas expresen sus propios sentimientos en sus propias cabezas mientras leen. No necesito que pienses como yo o seas yo o viceversa. Sólo quería demostrar que el pensamiento que se hace en las plataformas, la forma del mismo, que moldea nuestro modo de pensar no es la única posibilidad.
Una naturaleza híbrida
P. En Tiempos de swing ya exploró por primera vez la primera persona. ¿Le ayudó esa experiencia a escribir ensayos tan personales como estos?
R. Probablemente. Aunque debo decir que ya me harté. Me retiraré del juego por un tiempo. Estoy tan harta del sonido de mi propia voz. Me encanta escribir ficción de nuevo. Amar el sonido de las voces de otras personas.
P. Su literatura siempre se ha caracterizado por narrar el presente, ¿por qué está escribiendo una novela ambientada en el siglo XIX?
"Si somos honestos, la naturaleza híbrida de la identidad británica es prácticamente su única característica constante"
R. No soporto que se hable del pasado en términos generalizados e ideológicos más de lo que me gusta que se hable así del presente. No me gustan las ideas genéricas e imprecisas como “historia negra”, “colonialismo” e “imperialismo”. Quiero saber qué sucedió realmente, quién estuvo involucrado, cómo se sintieron al respecto (a diferencia de cómo nos al respecto sentimos ahora). Cuanto más precisamente describas y comprendas el pasado, menos probable es que malinterpretes, vulgarices y tergiverses el presente. El narcisismo del presente es que quiere que el pasado se ajuste a sus demandas actuales. No puedes aprender las lecciones del pasado si lo reescribes a conveniencia.
P. Hace unos meses Bernardine Evaristo nos decía que: “A pesar del Brexit, ser británico hoy es ser muchas cosas a la vez”. Usted, que vive entre Londres y Nueva York y explora las caras de la multiculturalidad en sus libros, ¿cree que el Brexit logrará eliminar ese rasgo de su país?
R. Esta visión es un buen ejemplo del narcisismo del presente. Estoy totalmente de acuerdo con Bernadine y solo agregaría que ser británico SIEMPRE ha significado ser muchas cosas al mismo tiempo. Nunca fue un monocultivo, siempre fue un híbrido. No se trata de eliminar nada, es una cuestión de decir la verdad sobre lo que era y lo que es Gran Bretaña. Haciéndolo de manera honesta y completa, descubriremos que la naturaleza híbrida de la identidad británica es prácticamente su única característica constante.