La escritora Marta Rebón (Barcelona, 1976), titulada en Filología eslava, ha tenido la audacia de buscar respuestas a la invasión de Ucrania en la literatura rusa. El complejo de Caín nos recuerda que en las grandes obras de Fiódor Dostoievski o León Tolstói “abundan los resentidos” como “consecuencia de la opresión a la que ha estado sometido el pueblo ruso”.
En el capítulo que da nombre al libro escoge como punto de partida el arranque de Ana Karenina para presentarnos la sumisión de los pueblos eslavos. De todos ellos, Ucrania se ha acercado en los últimos años a las democracias occidentales, lo que Putin percibe como una afrenta, nos dice la autora. Además, su naturaleza fronteriza entre Europa y Asia es determinante, como ya subrayó Nikolái Gógol, el narrador ucraniano por excelencia, y el poeta polaco Adam Mickiewicz. Por ello, históricamente se ha tratado de “considerar el ucraniano como una mera variante o dialecto”, dice Rebón.
Por su parte, la ganadora del Nobel de Literatura Wislawa Szymborska alertaba de los nacionalismos, racistas y excluyentes, mientras que Gógol lo ilustró con una metáfora en forma de relato donde una nariz se emancipa de un cuerpo. Yevgueni Zamiatin fue más allá con su distópica Mi (Nosotros), alegoría de una sociedad sin nombres propios que cede su libertad bajo una falsa “promesa de seguridad, estabilidad y supervivencia”.
Nada más honesto, más fidedigno y universal que servirse de las narraciones literarias para contar la historia de una región. Con la referencia de apuntes históricos siempre anclados a la literatura, la autora logra explicar el presente con asombrosa elocuencia. El complejo de Caín es un ensayo didáctico sobre una cuestión especialmente intrincada donde Rebón no solo sale airosa, sino que el cariz de actualidad que presenta el texto no puede ser más candente.