'La trampa identitaria': una mirada progresista a las contradicciones del movimiento 'woke'
El ensayo de Yascha Mounk no es otro libro sobre las políticas de identidad y la cultura de la cancelación, sino que ahonda en los fundamentos intelectuales del movimiento.
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Una primera inclinación a la pereza resulta casi inevitable al leer el título de este ensayo. ¿Otro libro más sobre los peligros de las políticas de la identidad y de la cultura woke y sus consecuencias en formas de cancelaciones y restricciones a la libertad de expresión? Hay ya muchos libros sobre el tema, y los más destacados, con críticas y alertas similares, desde Identidad, de Fukuyama (Deusto), hasta La trampa de la diversidad (Akal), de Daniel Bernabé.
En bastantes casos, lo que se ha criticado son sus excesos y exageraciones, especialmente significativas y frecuentes en los campus universitarios estadounidenses. Porque es allí, en Estados Unidos, donde esta trampa identitaria ha calado más dado su problema histórico de racismo institucional.
Una lejanía cultural y geográfica que ha llevado a ensayistas como Armando Zerolo a rebajar la supuesta amenaza woke o identitaria en España, donde “más que ante un problema importante, estamos ante un problema importado”. Mounk admite al principio que su tema está parcialmente acotado: “Hay una nueva manera de concebir la identidad que ha llegado a adquirir una enorme influencia en Canadá, el Reino Unido y Estados Unidos”.
Mounk prefiere llamar “síntesis identitaria” a lo que otros se refieren como movimiento woke o políticas de la identidad. Y es así porque, a su juicio, tales denominaciones se han convertido en etiquetas polarizadoras que impiden cualquier conversación sobre el asunto. Además, “este corpus de ideas se basa en una amplia variedad de tradiciones intelectuales, y se centra en el papel que desempeñan en el mundo diversas categorías identitarias, como la raza, el género y la orientación sexual”.
Pero el libro del profesor Yascha Mounk (Múnich, 1982) es más interesante de lo que el título sugiere, y su tema se acerca más a lo que reza el subtítulo: Una historia sobre las ideas y el poder en nuestro tiempo. En primer lugar, porque al autor no le interesan las exageraciones del movimiento, sino los fundamentos intelectuales del mismo.
Mounk es conocido por haber escrito libros importantes alertando del peligro que suponen las derechas iliberales (El pueblo contra la democracia o El gran experimento), y la transformación de muchos partidos conservadores clásicos en partidos radicales. Por tanto, no habla desde una posición de antipatía hacia los impulsores de la síntesis identitaria, ni hacia las causas de fondo que las impulsan.
A Mounk no le interesan las exageraciones del movimiento woke, sino sus fundamentos
Habla desde el progresismo y estima peligrosa una ideología “que está cambiando las reglas de las principales instituciones”, impulsada por “autodenominados progresistas”. El remedio (la renuncia al universalismo y a la ampliación del perímetro de las comunidades morales) sería peor que la enfermedad (el racismo, la discriminación, la homofobia).
Trazar líneas que dividen las sociedades es peligroso: “Cualquier ideología mínimamente decente debe explicar cómo atenuar los efectos nocivos” de los conflictos que surgen de tales líneas de separación, y “uno de los principales problemas de la síntesis identitaria es que no lo hace”. Por ello, la síntesis identitaria “es una trampa política que dificulta la sustentación de sociedades diversas cuyos ciudadanos se respeten mutuamente”.
¿Cómo hemos llegado a este punto? A explicarlo dedica la primera parte, comenzando por los campus universitarios. La segunda se centra en cómo esa síntesis identitaria ha alcanzado tanto éxito en tan poco tiempo. La tercera entra de lleno en sus deficiencias y peligros.
Por último, la cuarta parte intenta esbozar formas de escapar de esa síntesis y proponer una defensa renovada del universalismo. Difícil no estar de acuerdo, aunque, leído desde aquí, muchas de sus preocupaciones y alertas puedan sonar lejanas y ajenas.