Con La ruta del norte Xavier-Laurent Petit (París, 1956) retorna a los anchos horizontes de Mongolia y cierra la trilogía que inició con 153 días en invierno y continuó en El desfiladero de las mil lágrimas. Galshan, la protagonista, recorre la adolescencia en estas novelas de iniciación y aprendizaje en las que la naturaleza y sus fenómenos se imponen con una intensidad sobrecogedora. Sus circunstancias familiares la obligan a dejar Ikhoiturüü, su ciudad, para convivir en la estepa con su abuelo Baytar, uno de los últimos pastores nómadas. A medida que con dificultad superan las barreras de la incomprensión, condicionados por un medio de dureza extrema, surgen entre ellos lazos que permiten al anciano legar a su nieta un sabio conocimiento de la vida. Hermanado con tierra, cielo y viento, el personaje de Baytar es de los que dejan huella.

En esta última entrega, una sequía drástica obliga a los pastores a conducir el ganado hacia el norte en busca de agua. Los acompaña una fotógrafa estadounidense que realiza un reportaje y descubre a Galshan un mundo fascinante. Atrás queda Baytar, casi ciego y demasiado viejo para afrontar tantas penalidades.

En armonía con la parquedad del marco, el estilo narrativo es sobrio, concentrado, y aúna lo necesario y lo bello al tratar temas esenciales: el ser humano frente a la naturaleza, el ocaso de una forma de vida, los conflictos generacionales, la soledad, la vejez, la muerte. Novelas emocionantes que ayudan a crecer y evidencian la capacidad de Xavier-Laurent Petit para crear mediante depurada materia literaria ritos de paso.