Ilustración de Antoine Guilloppé

Macmillan, 2011. 40 pp., 19'90 e. (a partir de 6 años)

Hay libros que nos atrapan por la vista: portadas que llaman poderosamente nuestra atención, como invitándonos a descubrir las calladas historias que cobijan sus páginas. Algunos recelarían al dejar semejantes "joyitas de papel" entre las manos del pequeño lector, pero pocos se atreverán a cuestionar que tan importante como transmitir buenas historias es educar, mediante cuidadas ediciones, el gusto estético de los más pequeños.



De esta manera, llega hasta nuestras manos el trabajo más reciente del diseñador francés Antoine Guilloppé (Chambèry, 1971), célebre por el personaje de la curiosa Akiko, que en el presente álbum vuelve a demostrar su destreza creativa a través de una obra exquisita elaborada sobre la dilogía del blanco y el negro, de la luz y la sombra para reconstruir la inquietante atmósfera de una noche de luna llena en plena naturaleza.



Aunque se pudiera creer lo contrario nadie duerme en este enigmático lugar. Todos los habitantes del bosque mantienen sus sentidos alerta ante cada ruido insospechado, y sus siluetas se perfilan en cada página troquelada, en esta ocasión mediante el láser, a modo de virtuosas filigranas de papel que ora se iluminan por la claridad del astro ora se camuflan en la penumbra como si estuviéramos ante el haz y el envés de una misma realidad.



Ni el sobresalto del zorro, ni el rugido el jabalí conseguirán ensordecer aquel extraño sonido que desconcierta a todas las criaturas. Las palabras, entonces, se hacen innecesarias y sobran para reconstruir esta atmósfera inquietante en la que el tiempo se detiene precipitando la curiosidad del niño, al que le espera una sorpresa final con mucha más ternura de lo que tan enigmático y original volumen parecía augurar.