Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) siente verdadera predilección por las hadas, los elfos y demás seres maravillosos que, sin apenas darnos cuenta, se interponen en nuestro caminar cotidiano. Así se hizo patente en títulos anteriores como El hada del agua o El pacto del bosque, en los que el sutil imaginario del escritor fue retratado a través de las evocadoras ilustraciones de Alfonso Ruano o Beatriz Martín Vidal, que en esta ocasión repite colaboración y nos dibuja, con asombrosa sensibilidad, el paisaje íntimo de Carmela y de su imaginación.



Hay personajes en los que habita la magia, mediadores privilegiados entre este mundo real que a veces tanto nos pesa y las fabulosas historias de cuento. Uno de ellos fue Carmela Rodríguez, encantadora librera a la que el autor rindehomenaje con estas hermosas páginas en las que nos traslada a la niñez de la protagonista, deslumbrada por un duende del bosque y el atractivo de aquellas primeras lecturas, para volar poco después hacia su madurez al frente de una librería infantil en la que muchos chicos aprendieron la intensidad con que se pueden vivir las aventuras de leyenda o descubrir que un cuento es como "una casa que te cobija cuando estás solo". Todo, en definitiva, para enseñarnos que la poesía se puede encontrar en los rincones más inesperados.