El Premio Lazarillo de creación literaria y el juego con el clásico de Lewis Carroll como motor literario son dos buenos alicientes que nos animan a sumergirnos en la última novela de Diego Arboleda. En ella, viajamos al Nueva York de 1932, tierra de oportunidades hasta la que se traslada la joven Eugéne Chignon para trabajar como institutriz en casa de los señores Welrush. El objetivo no será otro que cuidar de la pequeña Alice, con la condición de que tenga habilidades en el arte de mentir y que no mencione a Alicia en el país de la maravillas, dado que la niña parece obsesionada con el personaje. Las tribulaciones de la familia para que su hija no se entere de que la verdadera Alicia -aquella que inspiró la obra de Carroll- va a visitar los EEUU, los desastres provocados por la despistada institutriz, así como el encuentro con todo tipo de estrafalarios personajes son algunos de los atractivos de este libro, que sumergirá al lector en un universo que desafía con humor toda lógica cartesiana.