Pípala. 32 páginas, 14'50 euros. (A partir de 4 años)

La Luna siempre ha sido fuente de inspiración para infinidad de cuentistas, bien para representar cómo aquellos deseos inalcanzables se pueden consumar cuando aunamos fuerzas (A qué sabe la luna), como metáfora de lo no contaminado (Hombre luna) o bien como ingeniosa explicación de sus distintas fases para los más pequeños (Papá, por favor, consígueme la luna), por citar algunos ejemplos.



Por ello no es de extrañar que Magali Le Huche caiga también presa de la fascinación lunar para brindarnos su original lectura en este álbum protagonizado por Rosa Luna. Al igual que hiciera con Héctor -el forzudo de circo que adoraba tejer crochet cuando nadie lo veía-, la ilustradora gala elige ahora otro personaje que se escapa de la norma. Una gordita encantadora que desprende claridad con su maravillosa voz e ilumina los rincones más tenebrosos del pueblo de los Nunca-Contentos. Sin embargo, tanta música irritaba a sus amargados vecinos, y solo los lobos del bosque parecían apreciar la magia de aquellas melodías que los atraían hasta su portal como hechizados por una nueva flautista de Hamelín. Como condena popular, unos y otros serán catapultados por los aires, aunque dicen que nuestra heroína nunca aterrizó y canta pletórica desde los cielos cuando sale la Luna llena.



La belleza de la leyenda se aprecia asimismo en las ilustraciones de Le Huche, que juegan con el contraste entre los violáceos de la noche frente al amarillo que irradia Rosa Luna, recreando así unas imágenes llenas de poesía en las que nunca falta su característico toque de humor