Ilustraciones de Ulises Wensell. Kalandraka, 88 pp., 12 e. (A partir de 8 años)

Un mérito indiscutible del catálogo de Kalandraka es su capacidad para combinar la savia nueva con el rescate de ciertos clásicos de la literatura infantil que no deberían caer en el olvido. Lo hizo con la colección de Maurice Sendak y con igual fortuna repite ahora gracias a esta hermosa edición de El hombre vestido de gris, premio Lazarillo en 1977. Aunque aquellas historias nacieran hace más de treinta años, con una democracia recién estrenada que nos hablaba de libertad y de cómo la unión de muchos podía lograr los sueños remotos, sus personajes continúan más vivos que nunca porque representan, en definitiva, las inquietudes que acechan a todo ser humano.



Así, aquel hombrecillo gris que, acobardado por la seguridad de la rutina, no se atrevía a sacar el arcoíris de sueños que le bullía dentro, o el barco de plomo que salvó la frustración de no flotar al encontrar su sitio como admirable buque naufragado en el fondo de la pecera. Relatos inolvidables que nos llevan hasta el parque de piedra que al fin pudo tener árboles gracias a la unión de la comunidad y el de aquel espantapájaros que libró sus ataduras el día en que su amo lo molió a bofetones y lo lanzó por los aires. Personajes que no se resignan a lo que les impone el destino y luchan por la felicidad propia gracias a la prosa lírica de Fernando Alonso y a unas ilustraciones que armonizan con el tono poético de todo el conjunto. Un libro redondo, que no debería faltar en ninguna biblioteca infantil.