Pussy disfrutaba cuando su madre le hablaba del día en que nació su hermana mayor y los médicos les explicaron que tenían una niña especial, rubia, con los ojos rasgados y "47 trocitos", un cromosoma de más que la obligaba a ir despacio, como esos relojes que a veces atrasan. Pero tras el susto, Manuelita se convirtió en un torbellino que siempre contaba con la complicidad del estrafalario abuelo y de la propia Pussy, con la que compartía dormitorio y conversaciones sobre "pedos, tetas y culo".
Sin embargo, los años corrieron y Sánchez-Andrade retrata cómo un bicho feo llamado resentimiento fue anidando en el interior de Pussy. Ya no eran tan divertidas las granujadas de su hermana y le fastidiaba tener que dar explicaciones a sus amigas, o a aquellos niños cuervo que escondían una lengua viperina para reírse de Manuelita, tan feos como "paraguas negros" de rostro afilado. Por suerte, las sabias charlas con el abuelo le descubrirán que todos tenemos nuestras debilidades y que, gracias al inmenso amor de su hermana, la familia va creciendo en una dimensión que no se calibra en centímetros. En suma, un libro emocionante que nos habla del valor de la diferencia a través de una narración en la que lo lírico y el humor caminan de la mano.