Nos encontramos ante una hermosa fábula, acaso la más célebre de Shel Silverstein (Chicago, 1930), sobre la amistad de un árbol y un niño que disfrutaba meciéndose entre sus ramas, comiendo sus manzanas y cobijándose bajo su sombra. Sin embargo, el tiempo hizo que se fueran alejando porque ahora el pequeño prefería comprar cosas o viajar por el mundo antes que estar con él, deseos que curiosamente pudo satisfacer gracias a la generosidad de ese manzano que se iba desprendiendo de todo lo que tenía con tal de ayudarle. Solo la vejez hará regresar al Niño, cuando al fin comprenda que le basta la compañía del árbol para sentirse en paz. La simplicidad de las ilustraciones -perfiladas en negro sobre fondos de un blanco impoluto- viene a subrayar la fuerza de un texto -también disponible en gallego, catalán y euskera- que nos ayuda a descubrir la gran satisfacción de salir de nosotros mismos para tratar de hacer felices a los demás.
Secciones
- Entreclásicos, por Rafael Narbona
- Stanislavblog, por Liz Perales
- En plan serie, por Enric Albero
- A la intemperie, por J. J. Armas Marcelo
- Homo Ludens, por Borja Vaz
- ÚItimo pase, por Alberto Ojeda
- Y tú que Io veas, por Elena Vozmediano
- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo
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