El drama humano de la inmigración ha inspirado el último premio Anaya de literatura infantil, un relato que cuenta la relación entre el hijo menor de un pescador y la niña que un día su padre trae del mar. Mónica Rodríguez confiesa cómo la historia le estuvo rondando desde que conoció la trágica situación de muchos refugiados en Lampedusa y trató de condensar en el personaje de Alma una metáfora de todos esos niños sin casa. Pero más allá,
el lector podrá sumergirse en la cabeza de Otto y compartir con él la amistad que se va fraguando cuando logra superar los celos y la desconfianza del principio.
Sorprende la habilidad de Rodríguez para retratar la dura situación de la protagonista en su país, el horror de la guerra a través del símbolo del amuleto y, sobre todo, el acierto de tratar realidades tan amargas desde una prosa lírica que logra cerrar la historia sin ceder a finales almibarados. Destacar por último cómo los dibujos de Ester García han sabido captar a la perfección el alma de esta bonita historia.