El Bosco
Thé Tjong-Khing
8 julio, 2016 02:00Una ilustración del libro
En este V Centenario, El Bosco sigue fascinando tanto a grandes como a pequeños por esa mezcla entre lo grotesco y lo paradisíaco, por el hechizo de sus paisajes oníricos y esas criaturas que podrían haber salido de los márgenes de cualquier bestiario medieval. Thé Tjong-Khing (Indonesia, 1933) ha sabido valerse de ello en este magnífico álbum sin palabras y, desde el subtítulo, nos sumerge en el extraño mundo de Hierónymus, un chico que se precipita por el acantilado que hay junto a su casa para aterrizar sobre un lago donde los unicornios e infinidad de animales fantásticos campan a sus anchas. El problema es que en el trance ha perdido su mochila y su pelota, por lo que habrá de lanzarse a la aventura del rescate entre gigantescos pavos reales o a dinosaurios alados. El lector seguirá su odisea a lo largo de las espectaculares ilustraciones, y comprobará cómo a los obstáculos también se añaden buenas amistades que le serán de gran ayuda cuando, llevado por las apariencias, se deje embaucar por una dama de hermosa planta que esconde una cola de reptil bajo sus faldas. Un episodio de cautiverio que a muchos recordará el de Hansel y Gretel y que nos precipita hasta el feliz desenlace, en el que el niño cierra el círculo al ser elevado hasta el borde del precipicio en el que comenzó todo su periplo.