Todas las caricias
Carme Amoraga
25 octubre, 2000 02:00Todas las caricias son las manifestaciones soñadas de un amor nunca consumado ni extinguido. El sueño y la memoria constituyen los ejes vertebradores de la novela. El sueño modifica la percepción de la realidad, modelada por la narradora incluso en su facultad de inventar los nombres, y sustenta toda una vida de espera que sólo al final se revelará inútil.
La memoria trae al presente, que coincide con la vejez de la narradora, el peso de un pasado individual y familiar dominado por la soledad y la muerte. Espacio y tiempo son así coordenadas interiores en la peripecia de los personajes entre Europa y América, con alusiones a la Guerra Civil española y a la II Guerra Mundial como únicas referencias exteriores. Lo cual intensifica el sentido del texto como novela memorial y de expiación a través del recuerdo. Pesa la huella de García Márquez, que no es mal modelo, en un discurso eminentemente narrativo. Por afán de contar, se omiten matices que podrían enriquecer el texto. Pero no hay duda de que la autora ha sabido resolver con acierto el tratamiento de graves inquietudes en el corazón de los seres humanos, encadenando episodios y nombres en un texto que reflexiona sobre su propia andadura hacia atrás y hacia adelante, según las leyes de la memoria, sin perder su naturalidad y frescura, manteniendo, adrede, sus maneras de relato oral con destinatario múltiple.