Hay que olvidar la película que Emilio Martínez Lázaro rodó en 1997 para regresar a la magnífica novela que la inspiró, coincidiendo con la aparición de la última novela del autor, María Bonita. Carreteras secundarias es la historia del viaje de un padre y un hijo a través del tiempo y del espacio. El padre es un fracasado que sólo persigue negocios de subsistencia. El hijo, un adolescente abúlico que se ve obligado a seguir los errantes pasos de su padre por pueblos de mala muerte en los que nunca encuentran nada más que derrota. Podría ser esta una novela de iniciación una suerte de road-movie autóctona, o una moderna novela picaresca. Pero el estilo de Martínez de Pisón la ha enriquecido con imágenes, constantes avances y retrocesos en el tiempo -este recurso, utilizado con maestría, es lo mejor del libro- fantásticos diálogos, personajes envidiables... todo para contarnos el fracaso de un hombre, sí, pero que coincide con el fracaso de un régimen político -la dictadura-, el fin de un período. Una novela magnífica de uno de los mejores narradores del momento.