Novela

Los Karivan

Miljenko Jergovic

28 febrero, 2001 01:00

Traducción de Luisa Fernanda Garrido Ramos y Tihomir Pistelek. Metáfora. Madrid, 2000. 228 páginas. 2800 pesetas

En los Balcanes parecen confirmarse las teorías de Freud sobre la precariedad de la civilización humana. Miljenko Jergovic (1966) ha escogido el cuento para reflexionar sobre las explosiones de violencia que sacuden ese rincón de Europa con una periodicidad casi mítica. En medio de la guerra, Jergovic sólo conserva su fe en la palabra. ésta no sólo testimonia lo que sucedió, sino que, al ordenar los hechos, afirma su existencia. Es lo que le sucede al protagonista de Nadie, un croata que no puede acreditar su identidad porque carece de partida de bautismo. Este olvido de sus progenitores no sólo crea un conflicto administrativo, sino que pone en entredicho su vida. Figurar en un trozo de papel es lo único que garantiza nuestro paso por el mundo. Por eso, la familia de Isak Nachmias escribe al ayuntamiento de Sarajevo desde Haifa con la esperanza de averiguar algo sobre las peripecias de su antepasado (La biografía). El funcionario encargado del expediente está a punto de sustituir la ausencia de datos por una historia inventada; hay más vida en la ficción que en la verdad insuficiente.
Jergovic relata el horror a través de la vulgaridad más prosaica. Lejos de las truculencias de Andric, que en El puente sobre el Drina se demora en el empalamiento de un patriota serbio, Jergovic nos habla de una pelea doméstica en medio de un bombardeo (Mal presagio) o del infortunio de un perro abandonado (Maida). La insignificancia de estas tragedias nos muestra la crueldad de la guerra con más fuerza que una novela. El relato más conmovedor es el del loco que alardea de ser el asesino del archiduque Francisco Fernando y de Kennedy (Los atentados). Sin la fe de Andric, Jergovic no percibe ningún orden en el mundo: si Dios existiera, "las cosas estarían dispuestas de otro modo". La hoguera de los Balcanes avala esta observación.