Algo supuestamente divertido...
DAVID FOSTER WALLACE
14 noviembre, 2001 01:00Se trata de siete piezas narrativas demasiado casuales e intrascendentes como para considerarlas ensayos, pero al mismo tiempo con una profundidad reflexiva, con tal enjundia conceptual, que calificarlas como simples opiniones se antoja tremendamente reductivo. "Opiniones" son lo que encontramos en ciertas piezas, algunas de tan sólo un párrafo, de Entrevistas breves con hombres repulsivos, pero las incluidas en el volumen objeto de esta reseña son mucho más elaboradas y, al mismo tiempo, exentas del tufillo demagógico que supuran algunas "Entrevistas".
La temática es variada, desde divagaciones con pretensiones metafísicas sobre el tenis -un mundo que forma parte de la estructura narrativa de Infinite Jest-, ("Deporte derivado en el corredor de los tornados") o las películas de David Lynch ("David Lynch conserva la cabeza") hasta banales e intranscendentes, al menos para nosotros los españoles, anotaciones sobre la Feria Estatal de Illinois. Tal heterogeneidad se debe al origen de las piezas, aparecidas, como ocurriera con los relatos de La niña del pelo raro, en revistas tan variopintas como Harper’s o The Harvard Book Review (y no, en este caso ninguna de ellas se publicó originariamente en el Playboy).
Independientemente de la temática que se trate en cada una de ellas, Foster Wallace se muestra tremendamente agudo, intuitivo, imaginativo y reflexivo. "Noticias bastante exageradas" y "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer" bien pudieran mostrar los dos extremos conceptuales de estas piezas, a horcajadas entre la ficción y el ensayo, entre el documento y la anotación. El primero, tal vez por motivos profesionales el que más me ha gustado, es profundamente denso y requiere de un importante bagaje cultural crítico-literario por parte del lector. La primera frase echaría para atrás a más de uno, por la complejidad conceptual y la aspereza sintáctica: "En la década de 1960 los metacríticos postestructuralistas llegaron y le dieron la vuelta a la estética literaria rechazando todos los presupuestos que sus profesores habían dado por sentados y haciendo mucho más complicado el asunto de interpretar textos al fusionar teorías del discurso con posiciones duras en metafísicas." El que presta su título al volumen, por el contrario, es tremen- damente audaz y narra, casi a modo de diario, los acontecimientos de un crucero por el Caribe. Es el más divertido, aunque no menos ácido y punzante que el resto: "He notado el olor de la loción de bronceado extendida sobre diez mil kilómetros de carne caliente. Me han llamado colega en tres países distintos. He visto a quinientos americanos pijos bailar el Electric Slide... He bailado (muy brevemente) la conga."