Novela

La vida sexual de Catherine M.

CATHERINE MILLET

5 diciembre, 2001 01:00

Traducción de Jaime Zulaika. Anagrama. Barcelona, 2001. 254 páginas, 2.200 pesetas

La figura menuda y el rostro anodino de Catherine Millet, prestigiosa directora de Art Press, no sugieren la frenética actividad sexual que testimonian estas páginas. Especializada en arte contemporáneo, Millet entiende que cuando se encuentran dos o más cuerpos no hay que justificar su intimidad invocando sentimientos. El sexo no es amor, sólo un intercambio que no precisa nombres. Millet confiesa que sólo recuerda la identidad de 49 de sus amantes. El resto perviven en su memoria como una multitud silenciosa que se vació en todos los orificios de su anatomía. Aficionada a ser poseída en portales, parques o camiones por una hilera de hombres que esperaban pacientemente su turno, Millet reivindica la condición de mujer objeto y muchas veces se refiere a sí misma como un cuerpo diseccionado en la mesa de un forense.

Catherine Millet no retrocede ante ningún tabú y confiesa que no le interesa la seducción, sino el sexo. Los que actúan así pertenecen a "la comunidad de los que follan mucho", un estilode vida libre y desprejuiciado. Aunque cita vagamente a Bataille y habla del "tiempo suspendido" de los folladores, no hay en el relato esa insurgencia contra la moral que caracteriza a Sade, Nietzsche o Gide. A pesar de su intención provocadora, nos encontramos ante una obra conformista y banal. Reducida a mera compulsión repetitiva, la sexualidad humana pierde su condición de juego imaginativo y creador.

La narración de Millet, claramente inspirada en las teorías de Robbe-Grillet, produce algunos hallazgos verbales, pero también abundan las cursilerías ("la búsqueda del Grial sexual") y, al final, se impone la sensación de estar ante una astuta operación comercial. La publicación simultánea de los desnudos de Millet fotografiados por su marido confirma esta impresión. Es probable que el libro agrade a los amantes del escándalo fácil; los que entienden la literatura de otro modo, siempre podrán refugiarse en los "Poemas para un cuerpo" de Cernuda, que, ante la mortalidad de la carne, se conforman con "un breve espacio/de amor esperanzado".