Novela

Bajo tierra

Henri Frederic Blanc

31 julio, 2003 02:00

Trad. F. Corriente. La Fábrica, 2003. 144págs, 17’50 euros

La inminencia de la muerte es un viejo recurso literario para realizar un examen retrospectivo de una vida que se agota. Henri Frédéric Blanc (Marsella, 1954) se sitúa un paso más allá. Franck Vernet evoca su vida desde la tumba. Enterrado por error, sólo dispone de un teléfono móvil para mantener el contacto con el mundo de los vivos, pero todas sus llamadas se estrellan contra el escepticismo de sus interlocutores. La policía le amenaza con una multa, el camionero que arrolló su coche cuestiona su identidad y su mujer, que tampoco le cree, aprovecha la ocasión para manifestar su desprecio hacia el supuesto difunto.

Las reflexiones de Franck sobre sí mismo no son más indulgentes. Crítico de arte moderno, reconoce que nunca soportó las extravagancias formales de los nuevos creadores y que sólo utilizó su prestigio para seducir a jovencitas con aspiraciones artísticas. Ni siquiera se detuvo a auxiliar a las víctimas de un accidente en una carretera desierta. "Pequeño accionista de la impostura", sólo se preocupó de satisfacer sus apetitos y ahora que está oficialmente muerto, se dedica a invocar a un Dios en el que nunca creyó. Sólo le queda el consuelo de masturbarse compulsivamente, mientras larvas y gusanos se aproximan a él. Milagrosamente rescatado, su experiencia no le redimirá de sus bajezas ni le enseñará a vivir de otra manera. Tras la estupefacción inicial, todo volverá a ser como antes. Parodia de las novelas de aprendizaje, Bajo tierra abusa del humor escatológico y adopta un tono ampuloso cuando ensaya la especulación filosófica. No se le puede negar, sin embargo, agilidad narrativa y algunos momentos verdaderamente hilarantes. Más cerca de Bukowski que de Camus, Blanc mezcla muerte y erotismo en un texto irreverente que ironiza sobre la hipocresía social y la pretensión metafísica de trascender nuestra finitud.