Bajo tierra
Henri Frederic Blanc
31 julio, 2003 02:00Las reflexiones de Franck sobre sí mismo no son más indulgentes. Crítico de arte moderno, reconoce que nunca soportó las extravagancias formales de los nuevos creadores y que sólo utilizó su prestigio para seducir a jovencitas con aspiraciones artísticas. Ni siquiera se detuvo a auxiliar a las víctimas de un accidente en una carretera desierta. "Pequeño accionista de la impostura", sólo se preocupó de satisfacer sus apetitos y ahora que está oficialmente muerto, se dedica a invocar a un Dios en el que nunca creyó. Sólo le queda el consuelo de masturbarse compulsivamente, mientras larvas y gusanos se aproximan a él. Milagrosamente rescatado, su experiencia no le redimirá de sus bajezas ni le enseñará a vivir de otra manera. Tras la estupefacción inicial, todo volverá a ser como antes. Parodia de las novelas de aprendizaje, Bajo tierra abusa del humor escatológico y adopta un tono ampuloso cuando ensaya la especulación filosófica. No se le puede negar, sin embargo, agilidad narrativa y algunos momentos verdaderamente hilarantes. Más cerca de Bukowski que de Camus, Blanc mezcla muerte y erotismo en un texto irreverente que ironiza sobre la hipocresía social y la pretensión metafísica de trascender nuestra finitud.